Quién dijo que había etapas de transición en una Vuelta cuando la corre Alberto Contador y está en forma? Transcurría el día en paz, camino de Antequera (Málaga), un buen lugar para que el ciclista español aplicará el viejo dicho de la zona: «salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera». Y quiso el Creador del ciclismo que el corredor madrileño atacase, que formara un lío de mil demonios y que en plena persecución de la estrella española Chris Froome se fuera por los suelos en dos ocasiones.

La Vuelta 2017 no está sentenciada y sí dominada. En lo físico no da la impresión que nadie pueda derrotar a un Froome incuestionable por táctica, por fortaleza y apoyado por un equipo genial sin cuya colaboración, por ejemplo ayer tras caerse, podía haber perdido un tiempo terrible para sus aspiraciones de ganar La Vuelta y no solo 20 segundos con Vincenzo Nibali y 40 con Contador. Valga como comparación lo que le ocurrió a David de la Cruz, cuarto de la general, en Calar Alto cuando pinchó a 12 kilómetros del final.

DAÑOS COLATERALES / Sin embargo, y porque ya tiene malas experiencias en La Vuelta, Froome sabe que los daños colaterales sí pueden apearlo o por lo menos entorpecer su claro reinado con el jersey rojo. Y porque no puede fiarse, ni un pelo, de Contador, que ya está a un minuto del podio, y que sabe inventar, improvisar, liarla y poner patas arriba la carrera al menor descuido y en lugar inesperado. Seguramente no lo hará en puertos de primera donde sabe que Froome lo derrota y seguramente también Nibali, ahora a 59 segundos del líder.

Pero, ¿quién iba a pensar que en una llamada etapa sencilla, supuestamente tranquila y con fuga consentida (ganó por segunda vez el polaco afincado en Granada Tomasz Marcyznski, el corredor que habla castellano con acento andaluz) Contador atacaría en un puerto de segunda? Solo él y también el irlandés Nicolas Roche, buen amigo del madrileño, y a quien puso en guardia al proponerle un demarraje en toda regla subiendo un puerto denominado El Torcal. «Hablé con Roche y decidí atacar porque era un día en el que a todos les dolían las piernas y porque nadie esperaba que hiciera algo así», dijo.

Y provocó la estampida y la doble caída de Froome. «Me fui dos veces al suelo en dos curvas. La primera vez cambié de bici porque rompí la rueda delantera. Gracias a mis compañeros pude evitar el desastre», confesó un Froome con pocas ganas de hablar y un vendaje en la rodilla.