La irrupción del argentino Ángel Correa como goleador único y decisivo a la hora de juego sacó de un embrollo al Atlético de Madrid, al que sostuvo en la lucha por la Liga con un triunfo sufrido e indispensable contra un Málaga muy luchador.

El partido fue muy competido, de maduración lenta, sufrida y estresante para el Atlético, frenado y limitado ofensivamente por el orden y la intensidad del Málaga, un equipo que corre como el rojiblanco y que planteó por momentos un jeroglífico en ataque.

Había nervios en el Atlético, impreciso con la Liga en juego, sin el partido que probablemente había diseñado desde el vestuario, sin tanta pegada como demuestra últimamente y alertado de vez en cuando por el Málaga, como un contragolpe que alteró un balón lanzado desde la banda, aparentemente desde el banquillo local, al que se dirigió el árbitro Mateu Lahoz para expulsar a Simeone rumbo al descanso.

FE Y AMBICIÓN // Agitó el encuentro el Atlético en la reanudación, con dos voleas de Saúl Ñíguez, una jugada individual de Fernando Torres y, de nuevo, otro parón ofensivo. Pero la fe y la ambición del Atlético son extraordinarias. También sus recursos, como ayer el primer cambio, el de Correa, que de la nada sacó un latigazo desde la esquina del área a la hora de juego que, ligeramente desviado por un defensa malaguista, rompió el partido.

No tardó nada, cuatro minutos, en reforzar su medio campo, el argentino Augusto Fernández por Griezmann, tal y como había visto el desarrollo anterior del encuentro, con tres sobresaltos serios más en su área y con otras tantas ocasiones del Atlético, sostenido por Correa y tres puntos imprescindibles en el sprint final por la Liga. H