El fútbol profesional ha perdido la esencia del deporte puro. Se mueve en la misma dirección que otros ámbitos de nuestra cotidianidad como política o empresa. Dinero, ambición, egoísmo, altos objetivos, intereses personales, envidia, divismo y factor humano. Los valores también existen, porque humildad, compañerismo, solidaridad, respeto y otras cualidades mantienen la llama viva.

En una sociedad con tanto volumen de información, donde la instantaneidad engulle a la fidelidad a la verdad, mi gran reto diario es seleccionar adecuadamente lo que quiero leer y oír, manteniéndome al margen del foco de las filias y las fobias. Como decía, el fútbol profesional es empresa y esta semana leía unas palabras de Juan Roig, presidente de Mercadona, una firma que da trabajo a más de 80.000 personas de forma directa y una estimación de alrededor de medio millón indirectamente. El empresario confesaba que uno de sus grandes errores hasta los años 90 había sido tratar a los trabajadores como si fueran solo manos, cuando ellos tenían también corazón y cabeza. Los futbolistas igual, pero cambien manos por piernas.

El fútbol despierta reacciones desproporcionadas a la importancia real de una victoria, una derrota, un ascenso o un descenso, la pérdida de una final o la eliminación de un torneo. Es un motor de emociones que despierta pasiones, tanto para reír como para llorar. Y siempre se buscan explicaciones pueriles cuando los resultados no están en consonancia con la inversión. Decía Valdano que el fútbol son estados de ánimo. Lo que le está sucediendo al Villarreal, Valencia o Real Madrid necesita un análisis especial. Todos partieron en la línea de meta con grandes expectativas, basadas en la ilusión de los fichajes o las trayectorias anteriores. Todo cabe en la valoración que uno desee efectuar, pero el fútbol no maneja parámetros tan complicados como la medicina, la física, la astronomía, la química o la empresa. Posiblemente, el principal problema radica en la sobrevaloración del futbolista. Son personas a las que les colocamos un precio muy alto y poseemos la convicción de que son máquinas cuyo funcionamiento debe ser como tales, regular y acorde a lo que marca el manual de instrucciones. Los jugadores del Villarreal viven ahora en un nerviosismo absoluto que merma y modifica su talento individual. Este estado de estrés emocional se observa en la constante concatenación de errores de jugadores importantes, en situaciones clave del juego, dentro de una espiral negativa que se ha venido retroalimentando desde el inicio de la temporada. Ya he explicado en este mismo Directo Directoalgunos factores determinantes como las lesiones en puestos clave del equipo, posiblemente una decisión errónea en el tema Bruno Soriano y sí, falta de experiencia en la dirección técnica, no en este caso ni aptitud ni actitud, cualidades ambas que no le han faltado tampoco a un grupo de futbolistas atenazado por una situación desconocida para ellos.

Lo que sí echo de menos es un líder positivo. Un jugador con ascendencia y jerarquía sobre el grupo. Podía ser Bonera, pero no tiene un papel relevante en las alineaciones. Es una carencia importante, junto a la debilidad mental de un equipo que ha demostrado no saber controlar los partidos.

Los malos resultados redundan en criticas de afición y medios de comunicación, y para aceptarlas, o asumirlas, también hay que poseer esa capacidad de autocrítica necesaria y la personalidad suficiente que un profesional de alto nivel, marcado por su sueldo, debe tener. La presión también va incluida en la nómina, aunque los jugadores también tienen pies, corazón y cabeza.

Los profesionales de la información solo analizamos. Una veces con más y otras con menos fortuna, porque como dice el presidente de Mercadona tenemos manos, corazón y cabeza. Desde aquí pido disculpas si en algún momento algún jugador ha podido interpretar que se le faltaba al respeto, porque nada más lejos de quien suscribe, pero el uso del lenguaje y las comparaciones sirven para describir estados de nervios. Se analiza al futbolista superprofesional, nunca a la persona. Por ello no se justifica un mensaje amenazante y las malas formas para el mensajero. No las comparto, pero las disculparé por los nervios. El problema del Villarreal está en su cabeza... son personas. La receta es calma. El tema Calleja es cuestión de Roig. El coco.