Javi Calleja pasa por su momento más crítico de la temporada. Más que la tercera derrota consecutiva en LaLiga, al técnico le pesa la imagen caótica y de desorden que ofreció el Villarreal en la segunda parte ante uno de los candidatos a pelear por la permanencia hasta el final, producto de repetir, una vez más, la apuesta por acumular delanteros en el campo en detrimento del equilibrio táctico.

La habitual tranquilidad que se vive en La Cerámica dejó paso a momentos de agria y dura crítica por parte de la afición grogueta, que parecía hastiada de tantos reveses en contra de su equipo. El sector más animoso, ubicado en una de las esquinas del gol norte, exhibió un enfado sonoro con el grito al unísono de «corrupción en la federación» enseñando unas cartulinas negras en señal de protesta por la parcial actuación de Gil Manzano al frente de las decisiones del VAR en el partido ante el Athletic en San Mamés. La protesta fue seguida a coro por el resto del estadio. Las decisiones del colegiado de ayer fueron también bastante protestadas, aunque Soto Grado y el VAR acertaron en todo, pero el árbitro fue víctima del malestar existente.

El míster, en el punto de mira

Y del enojo contra los arbitrajes se pasó en los minutos finales del partido y al término del mismo a enfocar las iras contra el entrenador, con el grito de «Calleja vete ya» repetido por miles de seguidores, contrariados y decepcionados por un nuevo traspié de su equipo ante otro de los colistas, ante los que el Submarino ha conocido la derrota. En casa cayó ante Espanyol, Celta y, ayer, Leganés. A domicilio, ante el Mallorca, próximo visitante de La Cerámica.

No fue solo la afición la que salió muy enojada del estadio tras el 1-2 con el Leganés. El presidente del Villarreal abandonó el campo, acompañado por José Manuel Llaneza, con un notable disgusto reflejado en el rostro. Fernando Roig ha efectuado una fuerte inversión con un presupuesto que se sitúa entre los más importantes de Primera División, superando los 134 millones de euros y una plantilla plagada de internacionales, y la irregularidad se ha convertido en compañera inseparable del equipo groguet.

Es cierto que la permanencia se ha logrado de forma virtual, primer objetivo al que siempre alude Roig, pero a nadie se le escapa que la ambición del máximo accionista y presidente del club es volver a Europa, entre otras cuestiones, al margen del prestigio, por la meramente económica. El Villarreal ha afrontado la temporada con solo una competición importante en liza, puesto que la Copa solo ha supuesto un desgaste de cinco partidos. Por ello, estaba todo a favor para lograr la clasificación para, como mínimo, la Europa League.

Calleja, apreciado por su talante de hombre club, atraviesa por su peor momento, porque en el fútbol se vive de resultados. Ayer, la imagen de anarquía de la segunda parte jugó en su contra más, si cabe, que el 1-2. Lo que es evidente es que el técnico amarillo no goza del cariño y respaldo de la grada. Su único sostén es Roig.