El Villarreal tuvo su mejor ataque en una buena defensa. La portería a cero y con sus dos centrales marcando dos goles con el oportunismo de los mejores 9. Un 0-2 contundente y corto por las ocasiones y la superioridad apabullante sobre el Dinamo de Kiev. Un triunfo de prestigio en un escenario histórico del fútbol europeo. Un gran Villarreal que tiene muy cerca los cuartos de final de la Europa League.

El Villarreal espantó su mal fario de LaLiga en Europa. No es un equipo muy diferente en cuanto a su línea, ni tampoco en defectos y virtudes. Pero ya se sabe que en el fútbol las sensaciones se confunden con los resultados. Un ritmo alto de juego e intensidad elevada reflejaban las ganas de olvidar la mala racha liguera ante el Dínamo, un equipo repleto de juventud y talento. Emery alineó un once con escasas variaciones que se podrían limitar a la presencia de Rulli y Chukwueze.

Como es habitual también en la competición doméstica, el juego de ataque se inclinaba hacia el carril izquierdo. Pedraza sigue siendo un obús y ha dejado a Estupiñán con cartel de suplente.

El equipo de Emery, igual que en LaLiga, pisaba el área ucraniana con fluidez, pero también adolecía de ese toque de precisión necesario para darle brillo a sus buenas transiciones. En ese escenario, Gerard seguía asumiendo ese rol de delantero goleador que sabe jugar como un centrocampista, tan completo como para robar balones en cualquier zona, apoyar en defensa, hacer un recorte de crack o servir un gol en bandeja. Gerard ahora es el alma de este Villarreal.

Viendo jugar al Submarino, siempre te queda la sensación de que domina a los rivales, pero no los mata cuando toca. Y esta vez se puso por delante a la media hora. Gerard asumió el rol de centrocampista y le dejó el de delantero a Pau, quien en boca de gol remató como un 9 experimentado. El 0-1 era un dejà vu de LaLiga, con un Villarreal en versión premium. Ahora restaba conocer la evolución de los groguets y su respuesta psicológica.

Defensivamente no se concedió nada y eso que el Dinamo colecciona talento y futuro en su once bajo la dirección de un mito del fútbol europeo como Lucescu. En ningún momento el Submarino mostró un atisbo de debilidad, ni tampoco de que se le podría marchar el partido de las manos. Algo similar a lo que ha sucedido en muchos envites en la competición doméstica, Mestalla incluido.

Solo los fantasmas de esa terrorífica racha de ocho partidos sin ganar en Liga otorgaban un halo de duda. No, en Europa no existen errores fatales, ni el VAR se cruza en el camino y hasta se consigue apuntillar al rival. El 0-2 era el mejor fetiche, el gran espantafantasmas groguet que dejaba muy diáfano el camino hacia los cuartos. No era un Villarreal muy diferente, pero sí un Submarino al que le lucía más el traje bonito y elegante que suele vestirse habitualmente. Y, claro, en la liturgia del segundo tanto, no podía faltar Gerard, porque suyo fue el remate que propició que Albiol, emulando a su alumno Pau, mandara a la red un balón, que ejercía como un buen gestor de confianza.

A partir del 0-2 pudo caerle al Dinamo un buen aguacero de goles. Solo en eso se pareció el Villarreal al de LaLiga. Gerard Moreno, excelso en Kiev, no tuvo la puntería atinada, porque la goleada hubiera sido ruidosa. El Villarreal volvió a encarar como en Salzburgo la eliminatoria en la ida. Los cuartos están cerca. El Submarino merecía una buena alegría.