Más allá de tendencias puntuales, la trayectoria del Real Madrid en los últimos meses está tomando tintes de tragedia histórica. El vergonzante 0-3 en casa de ayer ante el CSKA de Moscú en el Santiago Bernabéu, que de ninguna manera hizo un partido excelso, ha sido el penúltimo episodio de una caída libre blanca que no parece tener freno, con cambio de entrenador incluido.

El Real Madrid actual es, pese a la llegada de Santiago Solari, como una persona mayor que no termina de asimilar el paso del tiempo, en una constante añoranza de épocas pasadas, sin asumir que el mundo a su alrededor ha cambiado de una manera que no llega a comprender.

El equipo blanco ya no tiene de su lado el poder de la efectividad, tampoco el de la solvencia defensiva, ni siquiera el del poso y el carácter que siempre le ha llevado a conseguir éxitos.

El partido de la tarde de ayer era un simple trámite, pero deja una herida abierta en el campeón que será difícil de suturar.

NADIE DIO EL NIVEL / El Real Madrid disfrutó sin oposición del dominio territorial y con poco más que el interés de Vinicius y el buen hacer de Llorente se impuso en el inicio del partido, pero duró media hora.

Karim Benzema siguió sin precisión ni intensidad, e Isco no varió su habitual juego trotón, horizontal y previsible, incluso desganado, hasta que en la segunda parte se escenificó su divorcio oficial con el Bernabéu, con el que terminó intercambiando pitidos por gestos de desprecio.

ATAQUE ESPESO / Asensio no compareció hasta que centró su posición, ahí empezó a relacionarse con Vinicius y propiciaron los únicos buenos minutos del Madrid, con acciones rápidas, eléctricas y veloces. El CSKA vio peligrar su comodidad y seguridad y, en cuanto se decidió a atacar, le encontró las costuras a una débil defensa madridista.

Una gran acción de Chalov abrió el marcador, el Real Madrid entró en desconexión defensiva y, antes del descanso, le habían hecho el segundo, con Marcelo superado con extrema facilidad y la bronca del Santiago Bernabéu al descanso. Solari quitó a Benzema y colocó a Bale en punta de ataque, pero nada cambió en el espeso ataque del Madrid, de nuevo con Isco en la mediapunta y Asensio en banda, otra vez improductivo y errático.

Entonces Isco tuvo en sus botas el gol que necesitaba su equipo. Pero su mala resolución en el área despertó unos pitos contra el malagueño que no se dejaron de escuchar cada vez que tocó el balón. La puntilla la puso Sigurdsson a más de 15 minutos para el final con el tercero, la culminación del desastre blanco

Un Real Madrid que fue silbado y que ha perdido los dos partidos contra el colista del grupo.