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@jfdelaossa

Estamos a un par de semanas para que se cumplan los primeros 100 días del nuevo proyecto -o más bien era- en el CD Castellón, ese tiempo que, tradicionalmente, se ha dado en política a cualquier nuevo gobierno. Todo lo que concierne al club, no tiene nada que ver con lo de antes de ese del 12 de junio, llamada a convertirse en una de las fechas relevantes en la historia del Castellón, que camina hacia el centenario.

Está claro que los nuevos gestores/inversores no han acertado en el 100% de sus decisiones, pero sí han encarrilado la situación para que el club vislumbre un futuro. Así lo ven los miles de socios, y el renovado apoyo de la pequeña y la mediana empresa de la capital y la provincia. Mucho han hecho los Vicente Montesinos, Jordi Bruixola, Pablo Hernández y ese largo elenco de colaboradores, pero, con septiembre, aparece en el horizonte un nuevo curso escolar y, con él, una importante y crucial lista de tareas pendientes.

Desde el punto de vista deportivo, nada que reprochar. Dos jornadas y dos victorias. La plantilla cuenta con el beneplácito de la afición que, con la castellonización (es decir, la apuesta por futbolistas de aquí), se identifica con este equipo.

Hablando de la afición, ha vuelto a demostrar que no está muerta, ni mucho menos. Ha bastado un simple -o no tan simple- viraje en la gestión para volver a recuperarla. La cifra de abonados, superior a la de una decena de clubs de Segunda A y prácticamente a toda la Segunda B (salvo alguna excepción), ejemplifican que, aun en Tercera, engancha, más allá de que ahora, machaconamente, nos imponen que seamos blancos o azulgranas.

Ya he apuntado que el Castellón ha recuperado el apoyo del tejido empresarial de la provincia, aunque tiene la asignatura pendiente de la todavía ausencia de alguna de esas grandes empresas y/o multinacionales de Castellón, a las que ha llamado a la puerta y, aunque se la han abierto, aún no ha obtenido el rédito pretendido. Sin duda, supondría un espaldarazo, uno más, para el desarrollo del proyecto. Igual o más importante es tratar de alcanzar un acuerdo con Facsa: sin entrar a valorar aspectos urbanísticos, la Ciudad Deportiva se hizo por y para el Castellón, así que ahora que ha desaparecido (sin duda, menos aún de lo que nos gustaría) el personaje que llevó a club y empresa a romper relaciones, es indispensable alcanzar acuerdos que permitan que los albinegros disfruten de dichas instalaciones. Veremos. Mientras tanto, toca peregrinar entre Castalia, el Sindical y La Pobla Tornesa, donde sí les han recibido con los brazos abiertos.

El nuevo grupo no ha llegado con los cinco millones de euros bajo el brazo que, de un plumazo, solucionaría el mal del club, ese al que han conducido años y años de sinrazón y expolio. Sí han puesto trabajo, coherencia y una inversión para lo básico, entre otras cosas para pactar un plan de pagos con la Seguridad Social mientras ganan argumentos y recursos para el acuerdo, más perentorio, con Hacienda.

En cuanto se cumplan esos 100 días de gracia habrá que empezar a pedirles lo más importante: la ampliación de capital, previa desaparición de, precisamente, esos personajes y tramas empresariales que han llevado a un club que hace una década presumía de una posición envidiable (en Segunda A, cada vez más cerca de los de arriba), a perder dos categorías (uno por motivos no futbolísticos) y temer seriamente por su existencia.