El Villarreal sufrió una cruel derrota ante el Sevilla. El fútbol castigó la valentía del entrenador amarillo, que siempre apostó por ir a buscar al rival a su campo, incluso con 10 jugadores tras la expulsión de Víctor Ruiz. Calleja no quiso especular con el 2-0 a favor y perdió su primer partido en Liga desde que asumió la dirección técnica. De forma injusta, pues su apuesta fue tan fresca como atractiva y generosa en el esfuerzo. Incluso en inferioridad numérica tuvo opciones de empatar el partido en el tramo final. El Villarreal encerró en su campo al Sevilla con un futbolista menos sobre el césped y dispuso de ocasiones… pero ayer no era el día. Se escaparon los tres puntos en uno de los encuentros más brillantes del equipo, pero también hay que aprender, tanto a cerrar mejor los partidos como a ser más cancheros con un partido tan a favor como estaba el de ayer. Una lección para aprender.

El Villarreal sigue jugando sin complejos. La maquinaria del rombo parece cada día más automatizada. Los ajustes a realizar son cada vez menores. Restan flecos, pero posiblemente estos sean inherentes al sistema y entran dentro de la idiosincrasia propia de la filosofía. Con apenas 72 horas de descanso después de un viaje de más de 11.000 kilómetros de ida y vuelta a Astaná y sensibles bajas, Calleja alineó el mejor once del que podía disponer, y decidió salir a tomar la iniciativa desde el primer momento.

En la primera parte el Villarreal se merendó al Sevilla con un fútbol en el que el balón rodó por el césped con rapidez, convirtiendo en un rondo gigante la parcela ancha. Los amarillos explotaron el punto débil de conjunto andaluz con una presión muy arriba que puso en apuros a la endeble defensa andaluza. El juego interior del Villarreal derrochaba quintales de calidad y talento. Trigueros, Fornals y un Soriano mucho más enchufado y activo de lo habitual en él en las últimas jornadas, combinaban a velocidad de vértigo con la dupla Bacca-Bakambu. Tanto Mario como Jaume Costa se desdoblaron con fluidez por ambos carriles, otro de los puntos clave de la atractiva propuesta de Calleja.

El Sevilla de Berizzo, un equipo temible de mediocampo en adelante, sufría y sufría las embestidas de un equipo que parecía mucho más fresco que su oponente. Y para muestra la jugada del 1-0. Una acción que empieza con un saque de banda que recibe Bakambu en la línea de medios, y entrega al Bacca, quien después de un par de regates efectúa un cambio de orientación para Fornals, que ve la posición del congoleño, que había seguido la jugada. Bakambu manda el balón a la red para continuar con su gran racha cara a puerta.

PARTIDO SIN ‘CERRAR’

El gran defecto del Villarreal, o virtud, según como se mire, fue su valentía. Con el marcador a favor continuó buscando la portería rival, pero dejando el partido muy abierto y con espacios para el Sevilla. La primera parte concluyó con el juego en un toma y daca por parte de ambos, aunque con mayor sensación de peligro de los de Calleja. Sin embargo el conjunto de Berizzo se marchó vivo al descanso, y eso era un problema. Rodrigo había abandonado el terreno de juego un minuto antes del final a la carrera con problemas estomacales. El mediocentro amarillo regresó en la segunda parte pero fue sustituido a los dos minutos.

El primer cuarto de hora tras el descanso fue una locura. El Villarreal pasó de tener el partido encarrilado con el 2-0 a ver como le remontaban en apenas cuatro minutos. Es la magia del fútbol. Después de una auténtica obra de arte como fue el segundo tanto del Submarino vino la debacle. Un pase largo de Pablo Fornals para el colombiano se convirtió en uno de los grandes goles de la jornada. Bacca arrancó en su medio campo y se plantó por velocidad delante de Sergio Rico, a quien batió con un tiro imposible de detener. Todo se ponía de cara, pero el Sevilla tiene ese duende especial ante el que nunca se puede cantar victoria.

Langlet conectó un cabezazo limpio que sorprendió tanto a la defensa como a Barbosa. Y apenas un minuto después el Mudo VázquezMudo dejó en silencio el Estadio de la Cerámica con un disparo desde la frontal que el portero amarillo intentó desviar sin éxito. Increíble pero cierto. El encuentro se había colocado con un 2-2, tan injusto como sorprendente. El Sevilla demostró que posee mucha pólvora.

El golpe fue muy duro y durante unos minutos el Submarino se quedó grogui. La ausencia del mermado Rodrigo del terreno de juego también se dejó sentir en el balance del juego defensivo del Submarino. Ya no se mostraba la misma solidez y el encuentro empezó a equilibrarse. No obstante, no le perdió la cara al juego el equipo de Calleja. El Sevilla volvió a ser el Sevilla bronco, áspero y duro que se recuerda siempre en Vila-real. Pero el árbitro, muy permisivo con la dureza de los andaluces, mostró la cartulina roja a Víctor Ruiz por acumulación de amonestaciones, en la acción en la que el central amarillo cometió un claro penalti sobre el sevillista Mercado. Banega no perdonó en la definición desde los once metros y culminó la remontada visitante con el 2-3.

INTENTOS FINALES

Ni con 10 jugadores y el marcador en contra, el Villarreal le perdió en ningún momento el pulso al partido. Los de Calleja pusieron cerco a la meta de Sergio Rico, asumiendo bastantes riesgos. El técnico amarillo mantuvo, en inferioridad numérica, a sus dos delanteros, a los que sumó a Sansone. Y dispuso de varias opciones para empatar. El Villarreal no mereció perder. La primera derrota en la Liga con Javier Calleja en el banquillo fue mucho más dolorosa por injusta. Si algo quedó claro es que este Villarreal no sabe especular con el marcador. Ese fue su único defecto ante el Sevilla.