El Villarreal está un paso más cerca de la Champions. La ventaja es de seis puntos sobre Athletic y Celta y 11 sobre el Sevilla, cuando solo restan cuatro jornadas para el final. La cuarta plaza está casi al alcance de la mano. Es la lectura positiva de una derrota con sabor menos amargo en el Bernabéu, que sigue siendo el campo gafe para los amarillos, que en 16 visitas al coliseo blanco continúan sin conocer la victoria. El Villarreal perdió con claridad en el Bernabéu, pero salió más reforzado de su lucha por la cuarta plaza. El Real Madrid tuvo que hacer muy poco para vencer por un rotundo 3-0 a un Submarino debilitado por las bajas. El Villarreal, pese a los tres goles, rindió a un buen nivel en defensa, pero estuvo totalmente romo en ataque. El partido del domingo ante la Real puede ser el jaque mate definitivo a la cuarta plaza.

No hubo sorpresas en el once del Villarreal. Víctor Ruiz no pasó la prueba en los prolegómenos del partido y no pudo ser de la partido, incluso no estuvo al final entre los convocados. La formación titular se ajustó a la lógica o, mejor dicho, a los mimbres que restaban. El Submarino tuvo en el banquillo a cuatro jugadores con dorsal del filial: Nahuel, Pablo, Rodri y Adrián Marín. El Villarreal echó mano de equipo para plantar cara a un Madrid que se estrelló en el concepto de fútbol solidario de un grupo que siempre compite salte quien salte al terreno de juego y sea quien sea el rival que se sitúa delante, llámese como se llame.

Ni la grandeza del Real Madrid ni la fastuosidad del Bernabéu asustaron a los amarillos que completaron una primera parte casi perfecta en el apartado defensivo. Ni una concesión a los merengues, que apenas inquietaron a Asenjo. Las líneas muy juntas, sociedades sólidas y bien tejidas, una buena presión a la salida del balón del rival y criterio eran las coordenadas de un Submarino que afrontaba el partido con muchas bajas pero que consiguió plantar cara a un equipo que exprimía sus opciones de dar caza al Barcelona.

Por su parte, el equipo de Marcelino supo en el transcurso del juego los tropiezos de sus directos rivales en la pugna por una cuarta plaza que lleva grabado el nombre del Villarreal, más con las derrotas del Sevilla y Athletic y el empate el día anterior del Celta.

El partido transcurrió prisionero de la jerarquía táctica que siempre imprime el equipo amarillo. El Madrid posee una constelación estelar, regada a base de un presupuesto millonario que sobrepasa ampliamente al del Submarino, pero como el fútbol es un deporte colectivo que no entiende de finanzas, el Villarreal inyectó su filosofía para maniatar a un equipo al alza como el de Zidane. No fue brillante el juego, ni el choque transcurrió a un ritmo alto, ni preciosista. El control aparente era del Madrid, pero el Villarreal mandaba sin tener la pelota y apuntaba peligro a la contra cuando la tenía. Sin embargo, a cuatro minutos del descanso, un centro sin aparente malicia de Ronaldo sobre el área pequeña fue rechazado por Asenjo con tan mala fortuna que el balón le cayó a la cabeza de Benzema, quien no tuvo tan siquiera que realizar esfuerzo alguno para enviarlo a la red, en lo que fue más un rebote que un remate. Sin casi creérselo, el Real Madrid se adelantó en el marcador.

El Villarreal, lejos de perder la compostura, dispuso de una buena oportunidad por medio de Denis para empatar el partido, pero Navas ejerció de ángel salvador de los suyos y logró que al descanso se llegará con el exiguo gol de ventaja.

La segunda parte mantuvo los mismos patrones. La batalla en la medular se mostraba igualada, con Bruno y Trigueros ejerciendo de termostatos de un Villarreal muy asentado en las labores de contención pero demasiado tímido en ataque. Poco fútbol y aún menos llegadas a las áreas, por parte de ambos, aunque el Villarreal apenas consiguió estirarse y pisar área.

El Madrid abrió distancias en el partido en otra acción aislada. Lucas Vázquez asumió galones de estrella, con Cristiano ausente, y en una acción personal sentenció el partido a los 60 minutos. El Villarreal ya conocía los resultados de sus perseguidores y no apretó el acelerador. Se conformó con mantener un resultado digno en un partido en el que el Madrid apenas tuvo que esforzarse para sumar los tres puntos en ese esprint final por la Liga. Y con ese panorama cayó el tercero, de Modric. El 3-0 se convertía en excesivo premio y también en castigo muy severo para el Villarreal, aunque los amarillos nunca enseñaron las garras en el Bernabéu y se limitaron a apostar por el 0-0 y luego por marcharse con dignidad de su visita a Madrid. H