No hay una sola razón que explique un apagón de tal magnitud. Hay multitud de pequeños detalles que han llevado al Barcelona de un exitoso y confortable viaje (seis meses sin perder, 39 partidos y dos títulos: Supercopa de Europa y Mundial de Clubs), a una caída inimaginable. Hubo un momento en que se creía el equipo invencible. Razones tenía entonces. Poco a poco y sin percatarse, el campeón iba abandonando pequeñas cuestiones tácticas, alejándose de la idea original al tiempo que se dejaba arrastrar por la inercia de un tridente que no solo le llevó a Berlín, sino que le dio el triplete. A la vuelta de Argentina, se apagó Messi... y en dos increíbles semanas se oscureció todo el Barça.

Hasta ahora, él, Neymar y Suárez habían sido extraordinariamente fiables, sobre todo al no coincidir los tres en un mal momento. Siempre había alguien que resolvía, hasta que, a la vuelta del último parón, el tridente se desconectó. Edificado en torno a los tres delanteros, el equipo queda desnudo y desamparado cuando ellos se extravían y pierden desequilibrio y, además, contundencia. En la salud, el tridente desprendía felicidad; en la enfermedad, contagia melancolía. Sobre todo el brasileño: se ha vuelto apocado y tímido, intrascendente en las zonas determinantes.

Este es un Barcelona poco contundente (cinco goles en los últimos cinco partidos, tres a balón parado), pero que también sangra atrás (hace un mes que no sella su portería, desde el 12 de marzo ante el Getafe en el Camp Nou). O sea, seis partidos consecutivos encajando un gol. Es, también, un equipo contemplativo, que se asoma al área rival con mucha menos frecuencia y peligro.

PLANTILLA POCO PROFUNDA // El desplome también es consecuencia, en gran medida, por la falta de soluciones desde el banquillo. Es algo ya habitual esa temporada que Luis Enrique no agote los tres cambios (por ejemplo, en el Calderón, entraron Arda Turan por Rakitic y Sergi Roberto (por Dani Alves): Douglas, Bartra, Munir y Adriano asistieron a la eliminación sin intervenir en el partido, retrato de los pocos recursos que tiene el técnico asturiano para agitar y cambiar partidos. H