El Hamburgo SV era hasta el sábado el club de fútbol alemán que había disputado todas las ediciones de la Bundesliga, pero el Dinosaurio, como se le conoce en el país teutón por ser el más longevo entre los grandes, descendió 54 años y 261 días después.

Mientras el Dinosaurio se debatía entre salvarse o caer a los infiernos -ganó pero dependía de que el Wolfsburgo no puntuara, y puntuó--, yo acababa de dejar el control de Xodos y comenzaba esa interminable subida al Marinet, una montaña monótona de casi cuatro kilómetros que empieza a 10 km de la meta de la Marató i Mitja Castelló-Penyagolosa, la prestigiosa MiM. En mi caso, yo corrí la corta -60 kilómetros-, y me río de los que dicen la corta… se te hace eterna. Pero otros runners más insensatos corrieron el Campeonato del Mundo de trail (85 km) y la gran locura de la CSP, de 108 kilómetros.

Diez horas me costó (y cinco minutos) terminarla, una carrera que considero una auténtica batalla sin cuartel contra tu propia mente. Mientras subía el Marinet me vino lo ya mencionado: ¿Se habrá salvado el Hamburgo? Imagínense si se van las cabezas para que te venga a la mente una reflexión así 50 kilómetros después y literalmente KO.

Durante esa subida al Marinet me llamó la atención un runner al que le iba recortando terreno. Se sacó el móvil, como un señor, e hizo una llamada: ¡No da línea! Exclamó. Al ponerme a su altura le pregunté qué le pasaba. Y me dijo: «He llamado a mi mujer, y porque no debe tener cobertura, si no en Xodos ya me hubiera retirado». Le repliqué: «Va, que no queda nada»… y añadió, «es que no puedo ni dar tres pasos».

Cinco kilómetros después, apoyado junto a un árbol, me grita un amigo, Juanma López, el Jumper. Estaba en la última subida, la más cercana a meta. Y yo: «Va, Juanma, poco a poco»… «Isma, no me puedo mover». Y era cierto. Tuvo que esperar unos minutos hasta poder hacer el último suplicio de 5 km. Pero llegó.

El calor dejó ‘cadáveres’

Son dos ejemplos de qué te puedes encontrar a lo largo de una MiM. Una carrera mágica, que te envuelve y te gana… caes en sus redes y es muy difícil desprenderse de ella. A las 7.00 horas, desde las pistas de atletismo de la UJI, 1.500 insensatos del running tomaban la salida repletos de ilusión. La nueva MiM echó a andar.

Pero el nuevo recorrido pasó factura, no para mal, porque es más bonito y más de montaña… pero el que no supo guardar fuerzas terminó pagándolo caro.

Las subidas al Tossal Gros y a la Antena de La Coma dieron la bienvenida al control de Borriol, cuya población se volcó con los corredores. Quien pudo tomar posiciones delanteras en el Tossal evitó el tapón en la subida al Calvari, uno de los puntos críticos del inicio. Y de ahí al control de la Bassa de les Oronetes, donde el CA Running Castelló da la bienvenida con un Tombatossals gigante, música en plan discoteca… y mucho mimo al corredor.

Y de ahí a les Useres, donde antes se podía llegar rápido, pero ahora tiene tres sube y baja que te hacen llegar a la plaza del pueblo mortimer… Pero tras pasar por el arco de 30 kilómetros te recibe Enrique Speaker con su entrañable sonrisa… y no se le ocurre otra cosa que entrevistarme. «¿Qué titular pondrías?», me preguntó… y respondí: «Si lo sé no vengo».

Nadie esperaba el calor asfixiante que hizo durante toda la prueba, el cual provocó cerca de 500 abandonos, llegando a meta 1.083 valientes. Las caras eran un poema. Tras les Useres, y antes de Xodos, llega la pre Lloma y la Lloma Bernat, una montaña interminable que se sube con zigzagueos, como en el ciclismo, pero a pie y sin ningún árbol en el que cobijarse. El Sáhara lo llamo yo. Fue el punto más crítico, donde a la mayoría (a mí hasta en tres ocasiones) se nos pasó por la cabeza abandonar. «En Xodos me retiro… para qué sufrir», piensas. Pero ahí comienza la guerra psicológica: tú contra tu mente. Y solo llevaba siete horas. ¡Me faltaban tres horas para meta!

Entre la Lloma y Xodos hubo un control de agua… los allí presentes me parecieron ángeles caídos del cielo. «¡Agua! Por la cabeza, por favor, la garrafa entera», grité… y en 30 segundos estaba empapado. Lo necesitaba.

Resucité y llegué a faldas de Xodos… tras 50 km. Es muy duro levantar la cabeza y ver a la altura a la que está dicha población. ¡Interminable subida! Pero agachas la cabeza, andas y llegas. La gente te recibe con una calidez especial, como durante todo el recorrido. Y te vuelven a duchar.

Recompensa y emociones

De ahí a meta ya lo saben, el Marinet, la última subida en la Banyadera y sí, por fin: la alfombra roja. La meta. La cual ves tan lejos en el kilómetro 30 y no te crees que la has cruzado al llegar. Vi a mucha gente llorar al entrar. Y debo reconocer que alguna lágrima cayó tras recibir la medalla de finisher.

En posmeta recibí el abrazo entrañable del concejal de Deportes de Castellón, Enric Porcar. «Envidia sana, enhorabuena», me dijo. Metros después, el diputado de Deportes, Luis Martínez, que tras felicitarme me preguntó qué me había parecido el recorrido. Y luego los míos, los que la corrieron y me abrazaron (Kike, Esme, Quique Forcall, Javi, Sergio…) y los que me vinieron a seguir (Nando, Almu, Edu, Jota y Marta).

Es un ejemplo de los 1.500 que podrían haber narrado esta Marató i Mitja desde dentro y yo he tenido la suerte de poder hacerlo para los lectores de Mediterráneo… Del Campeonato del Mundo de trail y de la CSP solo puedo hablar de oídas, no estuve dentro… pero a los de las tres carreras les digo: «Mi aplauso eterno, héroes insensatos».