Por fin. Brazos al cielo y un gran corazón dibujado con la raqueta sobre la tierra, como hace unos años hizo el brasileño Guga Kuerten. Después de cuatro intentos, Novak Djokovic logró triunfar en Roland Garros y ganar el único Grand Slam que le faltaba. El número 1 mundial, el hombre de los 100 millones de dólares, el campeón intratable en las últimas temporadas, conquistó en París la tierra que le faltaba al vencer en la final a Andy Murray por 3-6, 6-1, 6-2 y 6-4.

En ausencia de Rafael Nadal, en Manacor lesionado en la muñeca izquierda, el tenista serbio aprovechó su ocasión esta vez. Si el año anterior, tras ganar al mallorquín en cuartos, se dejó sorprender por el suizo Stan Wawrinka en la final, esta vez no falló, para alegría de unas gradas enloquecidas que no dejaron de animarle desde el primer punto y a la que agradeció su apoyo. “Si he dibujado un corazón como hizo Guga es para que recordéis que desde esta pista quiero estar en vuestros corazones”, dijo feliz y orgulloso Djokovic.

Tenía motivos porque, desde que entró en ella, no dejaron de corear su nombre. “¡Nole, Nole, Nole!”, animaban en la central Philippe Chatrier al número 1 mundial, que debió sentirse el emperador de una tierra aún por conquistar cuando pisó la pista.

El pueblo quería que Djokovic levantara por fin la Copa de los Mosqueteros. Y él sufrió para conseguirlo. Sus brazos y piernas estaban llenos de tierra después de tres horas y tres minutos hasta celebrar su éxito. Incluso el sol apareció en la pista tras una semana de lluvia y frío cuando el excampeón italiano Adriano Panatta le dio el trofeo.

POLÉMICA ARBITRAL // Murray le plantó cara de salida. El escocés, que cedió el saque en el primer juego (0-40), reaccionó después con contundencia para apuntarse cuatro juegos seguidos (4-1) y llevarse el primer set con polémica incluida tras una gran pitada del público contra el árbitro por dar un saque a Murray (30-0, 5-3) y no acceder a la petición de Djokovic de repetir el punto. Las gradas rugían. El ambiente era de Copa Davis o de final de Champions.

Murray se había apostado sobre la línea de fondo y había echado tres metros atrás a Djokovic con su potencia y agresividad. “¡Nole, Nole, Nole!”, bramaban las gradas, como si jugara en Serbia.

Djokovic se creció con ese ambiente. Empezó a asegurar más sus tiros, a dar un paso adelante y abrir la pista con sus golpes angulados, moviéndose más suelto, menos tenso, para imponer ese estilo de juego que le ha llevado esta temporada a ganar 44 partidos y perder solo tres. Djokovic ya no dejó de pisar el acelerador camino de conquistar el ansiado Roland Garros, aunque Murray le hizo sufrir un poco en el cuarto set cuando le rompió el saque (5-4) y le forzó hasta apuntarse la victoria en el segundo match ball.

TRAS LOS MEJORES // Es el título 65º de su carrera y el 12º Grand Slam, para igualar al australiano Roy Emerson y acercarse a Roger Federer (17) y Pete Sampras y Rafael Nadal (14), convirtiéndose en el octavo tenista de la historia que ha sido capaz de ganar los cuatro torneos grandes, y el segundo en ganarlos seguidos, como el estadounidense Donald Budge y el australiano Rod Laver, aunque este último los ganó dos veces y en el mismo año natural (1962 y 1969). Un objetivo que esta temporada Djokovic podría conseguir si logra imponerse en Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos. H