El Barcelona certificó su pase a los cuartos de final de la Copa del Rey frente al Espanyol, en Cornellà-El Prat, en un partido muy plácido para los jugadores azulgrana, con dos goles de Munir y con un fútbol sin alardes en el que destacaron las apariciones de Messi, el mejor del duelo.

Quizá el esquema inédito de Luis Enrique, un 4-2-3-1 con Sergi Roberto y Rakitic, frenó su inspiración habitual. El cambio de dibujo fue lo más destacable en el plano futbolístico. En lo extradeportivo, la tensión de los anteriores derbis se atenuó, aunque apareció en los minutos finales.

El Espanyol arrancó con la misma intensidad que en los capítulos anteriores. Las revoluciones de los de Constantin Galca eran mayores que las azulgrana y los de Luis Enrique, con nuevo esquema, tenían serias dificultades para poder crear juego. De todos modos, estuvieron a punto de sorprender a Bardi con un latigazo de Messi en el minuto diez.

Quedaba claro que el Barcelona, aún aletargado, necesitaba muy poco para decantar el pulso. El anfitrión, por su parte, no conectaba con Caicedo, su referencia. Sin acercamientos locales, salvo tiros lejanos, ni destellos de las estrellas del Barça, el ritmo del encuentro se ralentizó en estos primeros compases.

Messi era el único que agitaba el juego en Cornellà. Sus combinaciones y cambios de ritmo era un reto para la defensa local. Y de una perfecta asistencia del Balón de Oro sobre Munir llegó el primer gol, que dejaba la eliminatoria todavía más sentenciada.

Aunque el Espanyol lo intentó y tuvo alguna ocasión clara, no pudo marcar. Algo que sí hizo otra vez el Barça. Munir logró el segundo en el minuto 88. H