En todas las versiones del guion que les lleva este jueves a la final de la Copa del Rey que se han imaginado en el Valencia, el protagonista es el portero Jaume Doménech. Suya es la responsabilidad última de detener al Barça.

En la versión más ‘conservadora’, la que acaba con un 2-0 en el minuto 90, porque conseguiría dejarlo sin marcar por tercera vez esta campaña. En la que anhelan los del corazón más fuerte, la se decide desde el punto de penalti, porque inevitablemente sería el héroe. Como en los cuartos de final ante el Alavés.

Pero este guardameta castellonense, aunque reconoce que disfruta con las tandas de penaltis, prefiere con mucho ver a su equipo en la final antes que un ‘cara o cruz’ que le encumbre. "Ser el héroe es lo de menos, firmo pasar como sea", explicaba esta semana. Ferviente valencianista pese a que llegó al club hace cinco años, admitía también que se le ponían "los pelos de punta" sólo de pensar en la euforia que se vivirá si pasan. "No lo quiero pensar mucho porque me puedo volver medio loco", aseguraba.

Visceral y un punto especial, como los porteros antiguos, Doménech empezó a parar en su pueblo. Pero a falta de los guantes adecuados, por falta de presupuesto, lo hizo con unos de ciclista que tomó prestados de su casa. Pronto empezó a demostrar reflejos felinos y de ahí el apodo de ‘El gat d’Almenara’.

Sus virtudes no pasaron desapercibidas en la sede del Villarreal, pero de 'groguet' no cuajó. Tras un breve pero exitoso paso por un humilde equipo malagueño, fue reclutado por el Huracán Valencia y al recalar su entrenador en el filial del Valencia, en el verano de 2013, se fue con él.

De Segunda B a la Champions

Tras haberse hecho el dueño de la portería del Mestalla en Segunda B, empezó a ser reclamado para los entrenamientos del primer equipo. Las graves lesiones de Diego Alves, al final de la campaña 2014-15, y de Matt Ryan, en el inicio de la 2015-16, pusieron a Nuno Espírito Santo en la encricijada de apostar por el gallego Yoel, recién llegado pero con experiencia en Primera, o por Jaume. Y el luso lo eligió a él tanto para la Liga como para la Champions. Su única pena fue que su abuelo, su gran apoyo en sus inicios, ya no estuviera vivo para verlo.

Mientras crecía su conexión con Mestalla, su elasticidad le hacía protagonista de numerosas imágenes y su eficacia le convirtió en el mejor portero de la competición doméstica en noviembre. La caída en picado del equipo y el regreso de Alves le arrastraron al banquillo, pero no desfalleció.

De canterano a capitán

Pese a que desde entonces no le han faltado ofertas ni han dejado de ficharle competidores, Doménech nunca ha querido irse del Valencia. Tampoco este verano, con la llegada del brasileño Neto. Convertido ya en uno de los veteranos, por su carácter abierto e implicado es nexo de unión entre varios de los grupos del vestuario y fue votado como uno de los capitanes.

Por el camino ha tenido que demostrar paciencia, tensón y nuevamente reflejos. Como cuando hace un año denunció rápidamente que alguien había ‘hackeado’ su cuenta de instagram y había publicado un mensaje de alto contenido sexual. Desde entonces, se ha alejado de las redes sociales.

Para Marcelino es el enlace perfecto entre titulares en Liga y suplentes. Si él no se queja y sigue entrenando como si estuviera en el once, nadie tiene derecho a hacerlo. Por eso desde el principio le dio la Copa y no ha dudado en mantenerlo en la portería pese al aumento de la dificultad de los rivales. Y en eso, el Barça de Messi y compañía es el no va más.