Domingo de Pasión, ¿domingo de Resurrección -definitiva- del Castellón? ¿O de Santo Entierro? Castalia (19.30 horas), pendiente del cielo, se prepara para echar el resto, con el vértigo y el Ejea como enemigos, en el cierre de la 34ª jornada. Es decir, empezando por detrás, la quinta.

Los abonados y abonadas del Castellón han retirado las 1.500 entradas a las que tenían derecho, en la promoción del club dirigidos a los socios (a razón de dos por carnet), con lo que si todos los destinatarios de las mismas, junto a los 13.500 socios, acuden esta tarde-noche, Castalia se llenará, con el permiso de una decenas de aficionados del equipo de la histórica comarca zaragozana de las Cinco Villas, en su primera visita al emblemático recinto de la capital de la Plana. Es el primer paso, pero no el único. Desgraciadamente, ni siquiera el más importante. Eso le corresponde a Óscar Cano y los suyos.

Con Carlos Delgado recuperado de las molestias que generaron cierta inquietud en El Collao y Jairo Cárcaba, al igual que hace siete días, reservado solo para la heroica, cuando se trate de matar o morir, una nueva preocupación. Si la pubalgia acecha y merma al asturiano -autor del gol salvador frente al Alcoyano- desde hace más de un mes, ahora es el cántabro quien arrastra esta dolencia tan particular, tan difícil de evaluar a la hora de hablar de recuperación y/o plazos. Justo ahora, cuando el extremo cedido por el Alcorcón había alcanzado un nivel óptimo, reflejado en las ascendentes prestaciones.

Su hipotética ausencia en el once -siempre, claro está, a cómo se encuentre en las horas previas al arranque de la final, diagnóstico combinado con el riesgo de perderlo definitivamente para el último mes de la competición-, abre un hueco en el once y permite, a tenor de la variabilidad mostrada por Cano en sus alineaciones -en cuanto a nombres, ubicación, sistemas...-, diversos escenarios. Partiendo desde la anterior comparecencia en casa, aun asumiendo el distinto patrón entre un Olot jugón y un Ejea más aguerrido, el granadino podría volver a la defensa de tres, con Marc Castells como central derecho, lo que liberaría a Eneko Satrústegui como carrilero derecho. Paco Regalón y Carlos Delgado, como Joseba Muguruza por la derecha, son inamovibles. Como Rafa Gálvez y Antonio Caballero en la sala de máquinas, con un Rubén Díez flotante por delante. Arriba, César Díaz y David Cubillas, a pesar de su sequía ya milenaria en minutos. La pubalgia tanto de Cárcaba como de Óscar reducen las variantes ofensivas del Castellón. Un once siempre a priori, cogido con alfileres por ese toque tan personal que cada semana introduce Cano, con Rubén Ramos y Julio Delgado, cada uno en su registro, en la recámara.

INNEGOCIABLE // Da igual quien juegue. Cerrando la clasificación de los que continúan en competición, solo por delante del ya expulsado Ontinyent, el Castellón está obligado a una remontada casi para la historia, no tanto por la desventaja con la que arrancaba esta larga y singular jornada (dos puntos, tanto respecto al play-out como a la permanencia pura y dura), como por esa montaña rusa de sensaciones de toda la segunda vuelta.

Precisamente, la abundancia de equipos atrapados en el vagón de cola contribuye a que no termine de cundir el pánico. El Ejea llega a Castalia en ese punto en el que una victoria le lleva a poner a enfriar el cava, pero una derrota le mete el frío en el cuerpo. Así que hay que ganar sí o sí... y si es posible, por más de un gol, para neutralizar el 2-0 de Luchán.