Domingo de Pasión, ¿domingo de Resurrección -definitiva- del Castellón? ¿O de Santo Entierro? Castalia (19.30 horas), pendiente del cielo, se prepara para echar el resto, con el vértigo y el Ejea como enemigos, en el cierre de la 34ª jornada. Es decir, empezando por detrás, la quinta.

Con Carlos Delgado recuperado de las molestias que generaron cierta inquietud en El Collao y Jairo Cárcaba, como hace siete días, reservado solo para la heroica, cuando se trate de matar o morir, una nueva preocupación. Si la pubalgia acecha y merma al delantero asturiano, autor del gol salvador frente al Alcoyano, desde hace más de un mes, ahora es el cántabro quien arrastra esta dolencia tan particular, tan difícil de evaluar a la hora de hablar de recuperación y/o plazos. Justo ahora, cuando el extremo cedido por el Alcorcón había alcanzado un nivel óptimo, reflejado en las ascendentes prestaciones.

Óscar Cano podría volver a la defensa de tres, con Marc Castells como central derecho, lo que liberaría a Eneko Satrústegui como carrilero derecho. Paco Regalón y Carlos Delgado, como Joseba Muguruza por la derecha, son inamovibles. Como Rafa Gálvez y Antonio Caballero en la sala de máquinas, con un Rubén Díez flotante por delante. Arriba, César Díaz y David Cubillas, a pesar de su sequía ya milenaria en minutos. La pubalgia tanto de Cárcaba como de Óscar reducen las variantes ofensivas del Castellón. Un once siempre a priori, cogido con alfileres por ese toque tan personal que cada semana introduce Cano, con Rubén Ramos y Julio Delgado, cada uno en su registro, en la recámara.

Da igual quien juegue. Cerrando la clasificación de los que continúan en competición, solo por delante del ya expulsado Ontinyent, el Castellón está obligado a una remontada casi para la historia, no tanto por la desventaja con la que arrancaba esta larga y singular jornada (dos puntos, tanto respecto al play-out como a la permanencia pura y dura), como por esa montaña rusa de sensaciones de toda la segunda vuelta.