Los tres grandes. El Abierto de Australia, el primer torneo de Grand Slam del año, que se juega en Melbourne desde hoy y hasta el próximo día 27 de enero, no parece admitir un pronóstico que se aleje de los míticos Big Three, los tres jugadores que han dominado con raqueta de hierro el escenario tenístico a lo largo de los últimos 15 años. Los tres llegan en diferentes momentos de su carrera deportiva, siempre longeva y victoriosa, pero con la ilusión intacta de añadir una nueva muesca triunfal en sus ya recargadas empuñaduras.

El gráfico superior refleja perfectamente lo que ha sido el tenis en la última década y media, de dominio absoluto y sin precedentes de tres estrellas sin parangón que, en un periodo tan dilatado de tiempo, solo han dejado las migajas a algún afortunado y esporádico campeón. De los últimos 64 torneos de Grand Slam disputados, 51 han sido acaparados por el suizo Roger Federer (20), el mallorquín Rafael Nadal (17) y el serbio Novak Djokovic (14). Un impresionante 80% de efectividad en una prolongada época que los agoreros ya tiene prisa por finiquitar.

Pero los datos demuestran que no es probable que ninguno de los tres -a no ser por fuerza mayor- esté dispuesto a ceder su porción de hegemonía en un futuro inmediato. Y menos en un Abierto de Australia que han dominado en 13 de los últimos 15 años. Solo el ruso Marat Safin, en el lejano 2005, y el suizo Stan Wawrinka, en el 2014, han podido meter una cuña en el monolítico dominio de los Big Three, que suman entre los tres hasta un total de 13 títulos en Melbourne.

Federer, número 3 del mundo, es el que parece llegar mejor a la primera gran cita del 2019 a pesar de sus 37 años. En la reciente Copa Hopman de Perth ganó sus cuatro individuales sin ceder un set y se desembarazó, entre otros, del emergente griego Stefanos Tsitsipas (15º del mundo) y del alemán de 21 años Alexander Zverev (4º). «¿Por qué, por qué? Se supone que tienes 30 y muchos», se quejó humorísticamente el alemán tras ser barrido por un tenista que ha encontrado la cuadratura del círculo para seguir gobernando. Después de cuatro años sin ganar un grande (del 2013 al 2016 estuvo en blanco en este aspecto), el tenista de Basilea se reconcilió con el éxito y es el campeón de Australia en los dos últimos años, donde elevó el año pasado a 20 sus títulos de Grand Slam.

Djokovic, de nuevo número 1 del mundo desde el pasado mes de septiembre, también ostenta, como Federer, seis títulos en el Abierto de Australia. Ese empate se ve enriquecido por un tercero en discordia, el legendario australiano Roy Emerson, hexacampeón entre los años 1961 y 1967. Suizo y serbio saldrán a jugar dispuestos a deshacer ese empate histórico a su favor. Nole, ganador de los dos últimos grandes disputados -Wimbledon y el Abierto de EEUU del 2018- llega también en un buen momento a sus 31 años, aunque no parece tan sólido como Federer. Sufrió una inesperada derrota en las recientes semifinales de Doha ante el castellonense Roberto Bautista que le puede haber generado algunas dudas. El sorteo favorable realizado el pasado jueves puede facilitarle las cosas durante la primera semana, en la que podrá dedicarse a coger ritmo antes de encontrarse a los jóvenes Shapovalov o Medvedev.

¿Por qué no?

Ante un Federer y un Djokovic como favoritos ciertos, surge la incógnita del tercero de los grandes. Rafael Nadal, a sus 32 años, se ha mostrado optimista en los últimos días sobre sus opciones de optar a un segundo título en Melbourne, tras el del 2009 y las finales perdidas en el 2012 (Djokovic), el 2014 (Wawrinka) y el 2017 (Federer). «¿Por qué no puedo optar a ganar en Australia? Me estoy sintiendo bien cuando golpeo la bola», ha asegurado esta semana el manacorense, que ha estado trabajando en las últimas semanas en cambiar la mecánica de su servicio para ganar efectividad. Pero las lesiones recurrentes le han impedido ensayarlo con fuego real, ya que en los últimos cuatro meses solo ha disputado un encuentro entero, ante Kevin Anderson en la exhibición de Abu Dabi. En el 2018 encadenó dolencias en el muslo, la rodilla, el abdomen y el tobillo que le castigaron, particularmente en pista dura. Sobre esa superficie ha tenido que capitular en 16 de sus últimos 17 intentos, incluidas las retiradas el año pasado en Australia y EEUU.

«Lo más importante para mí es sentirme competitivo otra vez», ha dicho Nadal en Melbourne, donde le espera una importante reválida en la que sus tres primeros rivales (si avanza rondas) pueden ser jugadores locales: James Duckworth, Matthew Ebden y Alex de Minaur.

Nadal pondrá todo de su parte para mantener la hegemonía de los Big Three, únicamente amenazada por el alemán Zverev, a sus 21 años verdugo de Federer y Djokovic en la Copa Masters que ganó en noviembre en Londres.

Las opciones de ‘Rober’

Pero quizás el tapado no sea otro que Roberto Bautista. El castellonense, acostumbrado a protagonizar grandes inicios de año, viene de ganar hace solo una semana el ATP World Tour 250 de Doha (Qatar), el octavo de su carrera -noveno si contamos su único ATP 500-, en una semana fantástica en la que derrotó a Wawrinka, al propio Djokovic y a Thomas Berdych, lo que prueba que llega a Melbourne en un gran estado de forma.

A ello se suma que esta última semana Rober no ha disputado el torneo de Auckland (Estados Unidos), por lo que ha podido descansar. «Creo que me encuentro mejor físicamente que el año pasado, ya que he tenido una semana para aclimatarme después del torneo de Doha. El año pasado vine directo desde Auckland, uno de mis torneos preferidos del ciclo, y no pude hacer mis entrenos y descansos bien medidos», explicó el castellonense.

A Bautista, 22º cabeza de serie en el torneo, le espera un debut en Australia por todo lo alto, puesto que hoy, sobre las 8.00 horas (España), se mide al británico Andy Murray, después de que este anunciase que dejará el circuito tras Wimbledon por su lesión. Al respecto, Rober manifestó que «va a ser un partido diferente a lo habitual, el encuentro será difícil aunque la experiencia será buena para mí. Andy es uno de los mejores jugadores de la historia del tenis», aseveró.