“¡No es posible! ¡No es posible! ¡No es posible!”, gritaba el locutor del circuito de La Sarthe de Le Mans. Nunca jamás se vivió un drama de estas dimensiones en las míticas y populares 24 Horas, esta vez presididas por el no menos popular actor norteamericano Brad Pitt.

Nunca antes un equipo, un fabricante importante, había sufrido una decepción de tal nivel. Afortunadamente no se trata de accidente alguno, sino de una lamentable, inesperada, sorprendente y triste avería cuando el Toyota TS050 Hybrid nº 5, que había dominado la carrera de forma arrolladora, se quedó sin potencia a falta de seis minutos para el final, a falta de dos vueltas, después de liderar la carrera tras 366 giros y 28 paradas en boxes.

DRAMA PARA JAPÓN

Cuando todo el equipo Toyota, cuando la plana mayor del fabricante japonés, superado y humillado el pasado año en esta dura y mítica prueba de resistencia, estaba a punto, a seis minutos, a dos vueltas de la bandera a cuadros, de ponerse a saltar en su taller y celebrar una victoria perseguida durante años, el TS050 pilotado, como no, en su último relevo por el japonés Kazuki Nakajima, al que le correspondía el honor de ganar un trofeo soñado durante décadas por su marca, empezó a perder potencia en una de las rectas del popular trazado de Le Mans.

Nadie daba crédito a lo que estaba sucediendo. “¡No es posible!”, seguía vociferando el ‘speaker’. El coche que estaba dominando la carrera, con perfectos y precisos pilotajes de Nakajima, el británico Anthony Davidson y el suizo Sebastien Buemi, tres expertos y veloces pilotos, circulaba a 180 kms/h. donde debía alcanzar los 320 kms/h.

DOMINIO ABSOLUTO

El dominio del nº 5 de Toyota era tal, pese a que su ventaja era solo de 30 segundos sobre su inmediato perseguidor, el Porsche 919 Hybrid del alemán Marc Lieb, el suizo Neel Jani y el francés Romain Dumas, que la marca alemana, a falta de solo 7 minutos, decidió parar en boxes, cambiar sus neumáticos y garantizarse la segunda plaza al regresar a la pista pues la firma de Stuttgart ya daba por perdida la prueba.

Justo cuando el Porsche nº 2 volvió a la pista para acabar segundo y conformarse con la ‘plata’, el motor del Toyota nº 5, gran dominador de la prueba, falló y Nakajima no tuvo más remedio que ralentizar la marcha mientras desde el muro de Porsche le gritaban a su piloto que apretase “pues tenemos la victoria a nuestro alcance”.

RÉCORD PARA PORCHE

En efecto, el Porsche 919 Hybrid que iba segundo acabó superando al Toyota de Nakajima, justo en la recta de los boxes, donde el piloto japonés detuvo su coche ante la desesperación de todo su equipo y los impasibles e inamovibles rostros de los jefes japoneses, que no daban crédito a lo que estaba ocurriendo: 23 horas y 54 minutos dominando sin problemas (el Porsche ganador llego a estrellarse y tuvo que ser reparado) y, a falta de seis minutos, dos vueltas, pierde la carrera por la que llevaban soñando años. Para Porsche era su victoria nº 18, récord absoluto de Le Mans.