La final de la Champions entre Juventus y Real Madrid presenta un nuevo desafío táctico para Zidane, que ha ido creciendo con un sistema que modifica según sus titulares, reforzado en la medular gracias a la entrada de Isco, ante un maestro de la permutación como Allegri.

Ninguno de los dos lo tenía fácil para triunfar en el banquillo de dos de los gigantes de Europa. Zidane encontró a un vestuario crispado, en contra de los métodos de Benítez y con la autoestima baja. Allegri retomó la complicada herencia que siempre deja el adiós de un ídolo. Lo es en el Juventus Antonio Conte, que dejaba logros difíciles de igualar. Un reto para un técnico con tintes milanistas.

Los primeros pasos de Zidane consistieron en devolver la ilusión e instalar en la felicidad al madridismo. Sus jugadores pasaban a tener un técnico al que recientemente habían admirado como futbolista y se volcaron con él para que hiciese un curso acelerado en la elite.

Las rotaciones masivas, la gestión de un vestuario de estrellas, el cambio de posición de Cristiano Ronaldo a la zona del nueve y convencerle de que tenía que descansar en muchos partidos, la forma de manejar una plantilla en la que 21 jugadores sintieron que podían jugar en cualquier momento, se sumó a una evolución táctica.

Del inamovible 1-4-3-3 por la presencia de Gareth Bale, se pasó por las numerosas lesiones del galés esta temporada, a un 4-4-2 que daba mayor equilibrio, un fútbol menos directo y mayor protagonismo a jugadores de mucho arte en la medular.

Una roca

Allegri consiguió la evolución del clásico 1-3-5-2 del Juventus, a un 1-4-2-3-1, en el que manteniendo intacta la fuerza defensiva del bloque, le añadió mayor potencia ofensiva. Explotando el juego por bandas con Dani Alves o Cuadrado, convenciendo a Ma Mandzukic a trabajar en la banda izquierda y no perder sus cualidades de delantero. La zona del nueve pertenece a Higuaín y a la magia de Dybala, que aparece por cualquier rincón para golpear.

Al peligro ofensivo le añade Allegri una fiabilidad defensiva inigualable. Solo tres goles en toda la Champions, y uno de ellos estando ya la semifinal ante el Mónaco sentenciada. La leyenda Buffon bien protegida por una defensa con sabor a clásico.

Barzagli, Bonucci y Chiellini en plena armonía tras años jugando juntos. Máxima compenetración para jugar en defensa de tres si Alves y Alex Sandro juegan en los laterales o acoplarse a la perfección a línea de cuatro con Alves más adelantado y Barzagli cayendo al lateral.

A Benzema le espera una dura batalla para sacar de posición a los centrales. Generar espacios que pueda aprovechar Cristiano Ronaldo para sacar a relucir su remate. Duelos como los de Marcelo-Alves, Carvajal-Mandzukic pueden además marcar el resultado final.