El Castellón da primero (2-1). En un primer partido apasionante, los albinegros ofrecieron toda una lección futbolística en el primer tiempo, plasmada en el doblete de Ebwelle. Luego, el desgaste que conlleva correr detrás de la pelota ante un adversario de un nivel técnico tan algo como el filial del Málaga y, sobre todo, un gol afortunado, devolvió la vida a los costasoleños.

Como estaba previsto, el trabajo coral albinegro frente al fútbol preciosista de un puñado de jugadores que, en breve, estarán en la élite. El Atlético Malagueño monopolizó el balón desde el primer segundo, tocando parsimoniosamente, la mayor parte del tiempo en su campo. El Castellón, acostumbrado a desempeñar este rol, sin embargo, estaba para todo lo contrario. Parapetado atrás (tampoco demasiado), esperaba a que los andaluces traspasaran la línea de medios para apretar lo que no está en los escritos y, a partir, de ahí, robar y poner la velocidad de un Fórmula 1 de los buenos.

LECCIÓN APRENDIDA // El Castellón de los últimos años pecaba de olvidarse del rival. De sus virtudes y defectos, para minimizar los primeros y explotar los segundos. No así Ramírez, un obsesivo de la planificación. El tarraconense sabía que los centrales eran una de las escasas debilidades de los blanquiazules, sobre todo Mérida. Fabiani le buscó en la primera que tuvo y le ganó con facilidad, lo que le permitió encarar a un Aarón que le taponó el tiro. Sin embargo, el balón volvió al ecuatoguineano, que vio a Ebwelle en el punto de penalti… ¡y 1-0! Menudo tesoro, a los 4 minutos.

El tanto no varió un ápice el partido. Los orelluts tenían absolutamente sometidos a Ontiveros, Kuki y compañía. No les importaba esperar y esperar, aguardando su momento para montar contraataques a una velocidad que nadie recordaba. En una de esas, Ebwelle olió sangre y volvió a buscar a Mérida, al que rompió la cintura. El otro central, Calero, no acudió en su auxilio ni tampoco el portero, que blando de nuevo, permitió el segundo remate y el segundo tanto del camerunés (min. 25). Ni el más optimista había imaginado un inicio así.

El filial del Málaga siguió al tran-trán, pese a que tampoco pensaba en algo semejante. Su arma es la posesión; así morirá. El Castellón, mientras, aún replicaba con peligro a la contra, como el disparo lejano de Carlos López o el dos para uno de Meseguer y Fabiani que acabó en córner. Los albinegros rayaron a la perfección en un primer tiempo primoroso, asentado en una intensidad y una forma de entender el fútbol que hacía años que se habían marchado de Castalia, donde más de 10.000 espectadores tributaron un aplauso de agradecimiento ante la mirada, en el palco, de gente como García Pitarch, Robert Fernández, Juande Ramos, Roberto Bautista…

El reinicio fue algo más pausado, aunque los costasoleños empezaron a mostrar sus fauces con un dos remates ajustados de Nesyri. No estuvo mal que Marenyà contestase, porque permitió un respiro. Demasiado breve.

LA SUERTE, EN CONTRA // Un despiste, un solo despiste, y muchas dosis de fortuna permitieron un giro en el guión. Mula se vio solo en la frontal y su disparo, ni fuerte ni colocado, golpeó en Arturo para colarse mansamente justo al poste. El Castellón mantenía la ventaja, pero empezaba otro partido. Y otra eliminatoria.

Los orelluts reaccionaron con entereza, pero el Atlético Malagueño es uno de esos rivales que te minan con posesiones largas, combinaciones cortas, el dinamismo de sus atacantes... El problema se agudizó porque los locales no tenían fuerzas ni llegada. Un par de titubeos de Campos y un remate de Jesús López pudieron alterar el 2-1, que continúa muy abierta, aunque con una ligera ventaja para el Castellón. H