Hay quien dice que las pretemporadas deberían volver a ser como antes; tres o cuatro semanas de entrenamientos muy físicos justo antes de empezar la competición, adornados con un par de amistosos contra el equipo del barrio o del pueblo vecino. Nada de giras absurdas por Estados Unidos, Sudamérica o Asia Oriental. ¿Qué sentido tienen tantos y tantos kilómetros para jugar un bolo contra un segunda división de Tailandia?

Pues quizá divertirse un poco, ya puestos. La falta de exigencia y de presión permite a los futbolistas dar rienda suelta a la imaginación y al espectador disfrutar de un fútbol menos encorsetado. Pero también existe la otra cara. La del futbolista amateur o de inferior categoría que quiere lucirse ante las cámaras y aprovechar la oportunidad mediática de enfrentarse a un equipo de la Premier, el Calcio o la Liga.

Y ahí es donde pueden ocurrir situaciones como la que surgió en el amistoso entre el Minnesota United, de la segunda división estadounidense, y el Bournemouth, de la Premier League. En el minuto 26, con 1-0 a favor de los ingleses, el portero camerunés de Minnesota, Sammy Ndjock, se hace con un balón inofensivo en su área y decide cederlo con la mano a un compañero cambiando el juego de lado.

La mala suerte, falta de pericia o el exceso de confianza provocan que en vez de pasar el esférico se lo acabe introduciendo en su propia portería, a la que corre desesperado inútilmente para evitar uno de los autogoles más absurdos que se recuerdan. Ndjock protagonizó así la jugada del partido, que acabó con un 4-0 a favor del Bournemouth, y logró tener su minuto de gloria, aunque seguro que no como él hubiera querido...