El pasado 10 de diciembre se cumplió un año desde su llegada al banquillo del CD Castellón y Óscar Cano lo pudo celebrar en un buen momento, con el equipo asentado en la zona alta de la clasificación del grupo III de Segunda División B y mirando con optimismo el futuro.

--Desde su llegada al banquillo ha acabado con algunos tópicos, como el de que en Segunda B no se puede jugar a fútbol.

--Los tópicos están para transgredirlos. Es un reto para los entrenadores tratar de hacer algo que la gente considera que no se puede hacer y que sí se puede, y a las pruebas me remito. Todos los equipos que copamos la parte alta de la clasificación este año nos distinguimos por intentar llevar la contraria. De hecho, sería ir contra natura tratar de que Rubén Díez, Jorge Fernández, Rafa Gálvez, Calavera, Carles Salvador, Muguruza o Víctor hicieran un fútbol como el que habitualmente nos dicen que hay que hacer en esta categoría. Iría contra ellos mismos e ir contra el jugador es ir contra la esencia de este deporte.

--¿Le ha costado mucho cambiar el estilo de juego del equipo?

--Ha costado acceder al mercado de invierno y de verano para tratar de conseguir jugadores que realmente dispararan las capacidades de los que ya había. Un equipo no se puede hacer solamente considerando que los jugadores tienen que tener cualidades buenas para jugar al fútbol sino que tenemos que ir más allá. Necesitamos elementos que hagan conectar todas esas capacidades y eso solo lo pueden hacer jugadores que tenga un perfil idóneo para ello y que hagan mejor al resto.

--Ha conseguido que el Castellón defienda muy bien con la pelota. ¿Quizás falta que se ataque también muy bien con la pelota?

--Es difícil conseguirlo. Si se da un escenario como el día del Andorra, con un equipo que quería hacer cosas como tú las haces, eso hace que podamos ver un partido más abierto y nosotros podremos hacer muchas más cosas con el balón. Si, por el contrario, viene un equipo como el Llagostera que se encierra atrás y no nos deja percutir es más complicado.

--Su once tipo son siete jugadores fijos de la temporada pasada, más tres o cuatro refuerzos. ¿Cómo se coordina todo para haber logrado esta transformación?

--Teniendo una idea. Cuando se dice «vamos a firmar a este entrenador» se le incorpora por lo que pueda aportar a nivel de ideas. Ellos confiaron en mí y, a partir de ahí, nos sentamos y dijimos «bueno, sabemos qué tipo de fútbol queremos hacer y ahora vamos a ver cuánto dinero tenemos» para ir a por aquellos jugadores que sean complementarios entre sí. Gracias a Dios, en un porcentaje alto de casos hemos acertado. Trabajar en equipo facilita mucho la labor, pero siempre a partir de tener una idea que no tiene que ver con cubrir esa parte de ego que tenemos los entrenadores. No es el equipo de Cano, es el Castellón.

--¿Estaba en el guion llegar a estar en zona alta a estas alturas?

--No, nosotros partimos de la base de que como somos un club diferente y a mí desde el primer día Vicente me habló de la palabra ‘proyecto’ y proyecto no significa proteger mi trabajo, ni que cuando vengan mal dadas yo esté ajeno a cualquier peligro. Proyecto es generar unas bases, una manera de proceder y convivir. Venimos de sufrir mucho, de malgastar dinero y vamos a tratar de ser más austeros, de hacer bien las cosas, tener una idea y organizarnos. Y eso tiene que ver con un objetivo que se basa en afianzar al equipo en la categoría en la que estamos para, en un futuro, poder dar el salto de categoría.

--Usted habla de proyecto, pero se dice que la mejor base son los resultados, no las ideas.

--Sí, pero creo que, precisamente porque nos pueden echar mañana y nadie es ajeno a ese hecho, es cuando tienen que imperar las ideas. Tenemos poco tiempo y vamos a aprovecharlo, y la mejor manera de hacerlo es organizarse en base a algo. No creo que seamos salvadores ni que tengamos la mejor manera de competir, pero hay que tener una forma para hacerlo bien.

--Pero si la Liga hubiera acabado en el minuto 95 la temporada pasada, seguramente hoy usted no estaría aquí y la idea seguiría siendo la misma.

--Antes de llegar a ese hecho, que es irrefutable, son 27 puntos en la segunda vuelta, con una plantilla en la que nadie creía. A mí se me renueva cuando empatamos en Cornellà y estábamos penúltimos, a tres o cuatro puntos de la permanencia. Y se da ese paso porque se me dice en Madrid que soy un entrenador «de proyecto» y que tenían confianza en que juntos íbamos a conseguir buenas cosas.

--Ahora está en un momento álgido, pero la temporada pasada ¿sintió presión en algún momento por la situación que había?

--En ningún momento lo pasé mal el año pasado. No recuerdo ningún día que el estar presionado tuviese que ver con algo que no fuera referido a que me toca entrenar hoy o levantar el ánimo de esos chicos. Tengo un defecto que puede llegar a ser una virtud en algunas situaciones, que es que lo relativizo todo, incluso los temas personales.

--¿Se considera poco valorado o no al mismo nivel de la plantilla?

--Al revés, me siento excesivamente querido. Una cosa son las diez o doce voces discordantes que tienen que ver con acontecimientos que derivan del juego, como algún cambio o que no lo hagas cuando ellos creen que se debería hacer… Pero desde dentro del club no se hace casi nada sin tener en cuenta al entrenador y fuera del club, por la calle, yo me siento demasiado querido. En el vestuario también porque los chicos me consienten cosas que a lo mejor a otro entrenador no le consentirían, pero parto de la base de que existía la necesidad de que llegase alguien con ideas nuevas y los rescatara de ese tedio que había.

--¿Qué le consienten?

--Mis días malos… Nosotros dedicamos mucho tiempo a preparar entrenamientos, a analizar qué hacen los rivales, qué podemos hacer y puede que haya algunos momentos en los que hartemos a los jugadores. También soy un entrenador que se acerca mucho a ellos y habrá a quien no le gustará que sea tan cercano en algunas situaciones en las que no están pasando por algún momento bueno porque no juegan o porque dejan de hacerlo.

--¿Qué es lo próximo que a Cano le gustaría implantar en el club?

--Que sigamos jugando tan bien como están jugando estos chicos, que no nos tocaran demasiado a la plantilla, que siguiera ese nivel de comunión que hay entre todos y, sobre todo, que en los malos momentos complicados todo se centre en el entrenador y sigan queriendo a los chicos porque será cuando más lo necesiten.

--¿Le ha costado convencer al jugador de sus conceptos?

--Es una educación que no solo tiene que ver con el jugador. En algunos casos cuesta porque no puedes firmar a todos los jugadores del mismo perfil. El otro día contaba Álvaro Campos que está empezado a hablar como yo cuando él era de jugar en largo, usando términos y conceptos más de Segunda B. Después hay unas limitaciones que tienen los jugadores y miedos que tienen y hay que desterrarlos.

--Antes el fútbol se jugaba en la calle y usted parece que venga como un profesor a enseñar a los chicos del barrio. ¿Tiene usted esa sensación?

--No, quizás es al revés. El día que deje de sentirme aficionado dejaré el fútbol. No concibo un entrenador que sea excesivamente metódico y olvide esa parte esencial porque el que conozca mi recorrido sabe que soy un barrillero, una persona que no tiene ninguna formación más allá de lo autodidacta.

--¿Quizás es esa la mejor formación que puede tener uno?

--Yo me planté un día en casa cuando mis padres nos dijeron que si no queríamos estudiar teníamos que ponernos a trabajar y les pedí que me dejaran ser como yo quería ser. Tuve la idea de ir a INEF, no como alumno oficial porque no podía estudiar eso, pero sí a las clases un profesor de balonmano como Juan Antón, que es un genio de los deportes colectivos. Le pedí asistir a sus clases y estuve tres años allí, hice alguna asignatura de psicología como libre-oyente, me hice la carrera a mi medida y dije: «mira, mamá, esto no me va a dar ninguna titulación, pero me va a permitir hacer lo que yo quiero».

--Y, ¿qué quería?

--Escribir, entrenar, conversar, dar conferencias… y de momento todo eso se me da bien. Me llaman de muchos clubes muy prestigiosos para dar charlas a entrenadores como el Milan, el Benfica, en enero voy al Barça… y escribo, que es la parte que realmente me saca de lo que es el día a día tan pesado que tiene el ser entrenador.

--Todo el mundo tiene un partido de su equipo en mente. ¿Cuál es el que más le ha gustado a usted hasta la fecha?

--Me han gustado fases de muchos, pero me siento muy bien con el del Barcelona B. La sensación más allá de que pierdas y estés jodido, es satisfactoria. Ese partido tiene muchas lecturas positivas porque le exigimos tener que cambiar su estilo asociativo, más colectivo, y les obligamos a «o nos ganas en acciones individuales o no nos vas a ganar» y, sobre todo, teniendo en cuenta que no se utilizó por las desgracias que se han dado en la parte de atrás con ningún defensor específico.

--Estamos a las puertas del mercado de altas y de bajas. ¿Tiene miedo de algo? ¿Qué le falta al equipo para mantener las opciones de disputar el ‘play-off’?

--Miedo a nada. Los jugadores están convencidos de que aquí tienen un terreno abonado para desplegar su juego y el que quiera escuchar otras opciones, tanto a él como a sus representantes, les diremos que se firmó un contrato y que hay cláusulas. Pero sinceramente no veo a ningún jugador que esté pensando en nada de eso. Y, más que reforzar, sí me gustaría intentar en el mercado de invierno que nuestro plan se pueda seguir poniendo de manifiesto siempre y que, además, sea rico en matices. Es decir, enriquecer el plan y tratar de incorporar jugadores que se parezcan mucho a lo que es el núcleo esencial del juego del equipo.

--Para el desarrollo del proyecto hace falta bastante más como club porque en los últimos 30 años ha estado fuera del fútbol profesional. ¿Cree que el club está algo verde?

--Está a años luz para bien de cómo se estaba en los años precedentes, pero sí me llamaron la atención determinadas cosas como no tener unas mejores instalaciones, que dentro de Castalia no haya lugares como tienen todos los clubes como gimnasio, pero eso se va adquiriendo en función de los recursos económicos. Ahora se están empezando a valorar cuestiones que antes no se valoraban, hay una dirección deportiva, a nivel económico se hacen bien las cosas porque no se tira el dinero y los recursos están bien empleados... y faltan muchas cosas, pero sobre todo una ciudad deportiva. ¡Menos mal que tenemos una directiva que se desvive porque entrenemos en las mejores condiciones!

--Usted tiene muy buena sintonía con el presidente. ¿La ha tenido también en otros clubes?

--Yo me llevo bien porque les digo las cosas como las siento y, aunque al principio a lo mejor son chocantes, cuando me van conociendo creo que lo agradecen. A mí me gusta que me hablen claro y me gusta hablar claro, me gusta tener una relación cercana con la gente, sabiendo que evidentemente siempre hay respeto. También me llevaba muy bien con Garrido pese a que decían que era una persona muy intervencionista y que trataba de imponer cosas a otros entrenadores. Yo nunca he conocido a ningún presidente que me haya intentado imponer algo, quizás porque sepan que el primer día que lo intenten pondré mi cargo a disposición del club y me iré por donde vine.

--Pero hay una exigencia externa que puede presionarle por la entidad del club, ¿no?

--No conozco ninguna exigencia externa que sea mayor a la que yo mismo me impongo. Me levanto intentando ser el mejor y recordando a cada minuto «cuidado con el paso que das que te pueden echar» y me aferro a ello, tratando de ser mejor a cada minuto, decir la frase exacta, tomar una buena decisión, elegir bien aquellos perfiles de jugadores que son necesarios para seguir mejorando... Y me centro en disfrutar. En 21 años solo me han echado de tres sitios: Granada, Salamanca y Alcoi. Y cuando me han echado me he ido contento. De hecho, necesito reinventarme cuando llevo tiempo haciendo cosas parecidas día a día.

--¿Qué le falta al Castellón para subir a Segunda División A?

--Tiempo. Tenemos lo básico, que es el sentimiento, esa energía y esa forma de ser que no tiene precio pero tiene valor. Y todo el éxito debe basarse en eso y en canalizar las energías para tratar de llegar a esas categorías donde tiene que estar el Castellón, pero sobre todo tiempo y paciencia, insistir y que no haya presión. Cada día vamos a ser mejores y seguramente, no sé si como entrenador, pero sí como aficionado y orellut, vendré a Castalia con la camiseta albinegra a disfrutar de la Primera División.