Los 3.378,6 kilómetros que separan Castellón de Kiev (33 horas de viaje en coche) no asustaron a los madridistas de la provincia para viajar a la final de la Champions. Fueron decenas de castellonenses, muchos con entradas facilitadas por el Real Madrid, aunque otros se desplazaron tras obtener la localidad en la reventa o recurriendo a sus contactos. Los que la disfrutaron en casa o con los amigos igualmente vivieron una jornada redonda, aunque la fiesta se podría resumir en el desplazamiento de Lucas Ripollés y Pablo Meseguer, miembros de la Penya Madridista Morella.

Pidieron ocho localidades, pero el club solo les concedió dos y el sorteo les sonrió. Se juntaron con otros afortunados de colectivos próximos a Els Ports y fletaron un avión chárter que salió desde El Prat de Barcelona el viernes a las 21.05 horas.

«Llegamos a Kiev a las 2.05 de la madrugada y en el aeropuerto nos esperaba una persona con la que habíamos contratado el alojamiento», recordaba ayer Lucas ya en Morella. Fueron precavidos y ante los precios que se movían por los hoteles de la capital ucraniana («desde 800, a 1.500 o incluso 9.000 euros por una noche»), buscaron en internet y encontraron un piso (habitación, cocina y aseo) por 370 euros en pleno centro de Kiev, a cinco minutos del estadio y 20 de la zona de encuentro de los seguidores del Real Madrid, donde coincidieron con algunos madridistas llegados desde Orpesa.

Lucas asegura que de las tres finales que ha visto (Lisboa, Cardiff y Kiev) en la de este año es en la que más seguro se ha sentido («estaba todo el Ejército ucraniano en la calle») y con los mejores precios («medio litro de cerveza costaba un euro»), aunque pide más control al Madrid para evitar la reventa («en nuestra zona había unos 70 de Liverpool»). El regreso fue caótico para muchos (cuatro horas de espera en el aeropuerto), pero ellos despegaron con apenas 30 minutos de retraso.