La empatitis aguda del Castellón ya es de récord. Y, lo que es peor: no tiene cura, por el momento. Esta vez no fue a cero, sino 1-1, aunque da igual: es la primera vez en su historia que el Castellón encadena siete equis, para un total de ocho en nueve jornadas. Ni siquiera le sirvió adelantarse en el marcador: Hicham rompió la sequía en el minuto 34 de la primera parte, pero el Mestalla igualó 180 segundos después.

Psicosis en el vestuario. Gutiérrez, en la rueda de prensa, le puso nombre a ese invitado que se ha colado en el vestuario y no quiere marcharse. Él, que lleva cinco de cinco (empates, claro está), los mismos que el Castellón en Castalia, en la temporada de su regreso a Segunda B.

Al club, léase los que manda, los que toman decisiones, los que dicen los jugadores que tienen que quedarse (pocos) y los que deben marcharse (un montón), los que hacen y deshacen, proclamaron a los cuatro vientos, al día siguiente de subir, que el objetivo del Castellón era ser campeón y subir. Nueve jornadas después y aún no ha ganado. Es cierto que tampoco pierde (solo un partido), pero no gana. Vive todos los encuentros en el filo de la navaja, aferrado a las paradas de Álvaro Campos y a la falta de acierto del rival. Porque, en caso contrario, la situación podría ser pésima. Solo es mala, porque, no nos olvidemos, el equipo está en zona de descenso y la cabeza...

DE MÁS A MENOS // Guti, en su búsqueda del gol, dio un barniz más ofensivo al once, que registró hasta cuatro cambios respecto al de Buñol, dos obligados (Oliinyk y Regalón por los sancionados Rubén García y Satrústegui) y otros cantados: Gálvez y José Carlos sentaron a Theo y a Muguruza. La elección de los once jugadores obligaba a ajustarlos en un nuevo esquema, partiendo del 4-3-3, con los tres mediocentros en el eje, José Carlos tirado a la derecha y Hicham nuevamente en la izquierda, eso sí, con una mayor tendencia a buscar a Máyor.

El Castellón ofreció un comportamiento claramente descendente. Estuvo mejor, curiosamente, hasta el 1-0. No conservó la ventaja y acudió de vuelta al vestuario en el intermedio ya con el 1-1, preparado para vivir un segundo tiempo de ida y vuelta que no le pasó factura nuevamente gracias a su inmenso guardameta y a un encomiable espíritu defensivo, pero también porque el rival falló en la estocada.

INICIO MUY ENTRETENIDO // No tardó tampoco mucho en resolverse otra incógnita, sobre si el césped iba a jugar su partido a raíz de la considerable gota fría que tantos estragos ha causado esta semana con su paso por la provincia. El terreno de juego permitió un choque de lo más abierto, con los locales buscando dar velocidad y el Mestalla, amparándose en el fútbol-control, explotar sus mayores virtudes técnicas.

Desde que, en el segundo minuto, Oliinyk probó a Bernad, los dos contendientes persiguieron un golpe tempranero y letal. Campos respondió a Álex Blanco antes de que Hicham malograra lastimosamente dos opciones prácticamente de mano a mano con el portero. La sucesión de ocasiones se asemejaba a un diálogo, porque el peligro pasaba de un área a otra. Merentiel era el que ahora las tenía por partidas doble, de cabeza totalmente solo y de libre directo. Luego, José Carlos hacía volar a Bernad y, en el subsiguiente córner, Castells remataba por arriba. Entretenidísimos 30 minutos que, paradójicamente, no alteraba el 0-0, el mismo marcador del Castellón en sus últimos tres encuentros (y el del Mestalla, siete días antes).

MÁYOR PARA HICHAM Y... // Pero, ya en el 32, la persistencia de Máyor en la porfía de una pelota que cubría aparentemente el central, a quien robó la cartera, posibilitó que Hicham acumulase una nueva ocasión en sus botas. Afortunadamente, el destino, por fin, permitió redimirse al murciano. Nueva acción, con los mismos protagonistas en los mismos papeles… y el goooooool. Por fin, 335 minutos después.

Con lo que había costado y lo poco que duró. Tres minutos, el tiempo que Fran Navarro, en un córner, devolviera el choque a su estado natural (el candado de Campos, por cierto, duró 383’). Acción rematadamente mal defendida, porque el 9 del Mestalla ni siquiera separó los pies del suelo para alojar el remate a la red.

El fragor de la batalla no se apagó hasta el pitido final, no sin antes haber temido seriamente por que Esquerdo volteara el marcador, pero definió mal ante la agigantada figura de Campos.

El segundo tiempo nació más pausado. No fue la única diferencia sustancial: el Mestalla rondaba con frecuencia al guardameta albinegro, que sumó pronto dos paradas más de seguridad. El Valencia B insistía en los balones interiores, causando un daño terrible y cargando a los dos centrales con sendas amarillas de forma muy prematura. Encima, ahora también Álvaro, por tenérselas tiesas con el autor del 1-1.

A LAS PROFUNDIDADES // Ahora la intensidad se medía de otra manera, en forma de brusquedades y protestas al árbitro, como un posible penalti por manos en el área che. El Castellón, ofensivamente, ya era irrelevante.

El Mestalla desaprovechó dos contraataques inimaginables, especialmente el segundo, un cinco para tres, porque el Castellón comenzaba a resquebrajarse, sobre todo en cuanto al trivote le faltó gasolina. Esta vez, Guti tardaba con los cambios, un tanto contradictorios y que, en general, no gustaron a la grada.

Campos fue el que esta vez voló para que Esquerdo, en otro saque de esquina, castigase un despiste severo. Los albinegros frenaron las oleadas, pero ya casi no metían miedo a Bernad y, así, le fue imposible romper el empate. Otro más. El séptimo consecutivo y octavo en ocho jornadas. No hace falta decir nada más.