En plena resaca electoral, con las elecciones generales y autonómicas como preludio de las locales de dentro de menos de un mes, el Castellón, el vestuario, técnicos y futbolistas sobre los que, al fin y al cabo, recae el deber y la responsabilidad de mantener la categoría, ha recibido una vida extra. Los particulares comicios del domingo en el grupo III de Segunda B, en forma de derrotas de rivales directos, otorgan un voto de confianza, uno más, al núcleo del equipo, que dispone de una nueva oportunidad, insospechada después de la amargura de la derrota en la Nova Creu Alta, por como fue el desenlace del partido y las sensaciones de los jugadores, de demostrar al albinegrismo que se puede confiar todavía en ellos.

Lo que transmite el Castellón, el equipo, no son las mejores vibraciones. Pero después de la agónica temporada, de cómo ha sido, de los fichajes, de los entrenadores que han pasado, de las pírricas seis victorias... llegar a las últimas tres jornadas, aunque sea por muy poquito, fuera del descenso directo y dependiendo de uno mismo, es una circunstancia que todo el mundo lo hubiese firmado desde que el inicio torcido del campeonato reflejó que el regreso a la categoría de bronce no iba a ser un paseo alfombrado, sino todo lo contrario.

Es más, incluso el calendario es favorable. O, mejor dicho, el ideal. Con 37 puntos en el casillero y una proyección de 42 ó 43, incluso, para librarse del play-out o eliminatoria por la permanencia contra el 16º de otro grupo, ganar los dos próximos encuentros ante rivales directos, el domingo en Castalia contra el Peralada y a la semana siguiente en Cuenca, sería definitivo. Aún quedaría una bala en la recámara, la última jornada en casa frente a un Barcelona B presumiblemente sin ambiciones clasificatorias.

Por lo tanto, el objetivo mínimo es de cuatro puntos más. Sin ellos, con menos de 41, el Castellón es carne de descenso. Incluso con esa cifra, el desenlace de fotofinis le obligaría a recurrir a los cara a cara particulares, no demasiado satisfactorios: a falta de saber qué sucede con el filial del Girona y los manchegos, solo lo tiene a favor con el Alcoyano y en teoría con el Teruel por diferencia de goles; y en contra, con Valencia Mestalla, Ejea (con 42, virtualmente salvado) y Sabadell.

LÁGRIMAS... ¿DE QUÉ TIPO?

Con cinco puntos más, 42, las opciones crecerían notablemente, mientras que con seis más, 43, solo una auténtica carambola evitaría la permanencia, habida cuenta de que restan siete duelos directos entre los ocho equipos que pretenden evitar ser los acompañantes del Ontinyent: hay cuatro que llorarán de alegría y otros tres de pena, con el otro aplazando qué tipo de llanto produce un par de semanas más, después de ese ida y vuelta con el quinto por la cola de otro grupo.