La paridad, ese concepto tan difícil de alcanzar en muchos órdenes de la vida, se ha rozado ya en el mundo del deporte español. Las 142 deportistas que están ya en Río o viajarán en las próximas horas suponen el 46,5% del equipo olímpico español, un porcentaje que no se había alcanzado nunca. Lo más cercano era el 43% de Atenas 2004 (138 mujeres del total de 320 deportistas), pero en Río se han superado las cifras absolutas, al superar en 30 las chicas que viajaron a Londres 2012.

Las estadísticas confirman el auge del deporte femenino español, más evidente en la cima de la pirámide que en la base. Y es que el número de licencias en España aumenta muy lentamente (pasó del 20,6% del 2012 al 21,5% del 2015, sobre el total de federados), pero al hablar de deporte de alta competición las cosas cambian. Por algo la mayoría de selecciones femeninas se han ganado apelativos como los de guerreras (balonmano y waterpolo) o leonas (rugby a 7). Su ambición no tiene límite, afortunadamente.

El sorpasso más espectacular se dio hace cuatro años en los Juegos de Londres. Las mujeres representaban el 40% del equipo y, en cambio, consiguieron 11 de las 17 medallas (el 65%). Esos logros tienen más mérito teniendo en cuenta de dónde viene el deporte femenino en un país que perdió casi 40 años, también en este aspecto. Solo la tenista Lilí Álvarez y tres compañeras más (en París 1924) habían conseguido participar en unos Juegos hasta la década de los años 60. Un erial.

Antes de Roma-60, ninguna otra mujer había conseguido ser olímpica en los siete Juegos celebrados con presencia de una delegación española. Y, después, entraron con cuentagotas. El contingente femenino no pasó del 10% hasta Seúl-88, aunque no logró la primera medalla (gracias a la judoca Miriam Blasco) hasta Barcelona-92. Pese a esa evidente tardanza, las mujeres ya han logrado 38 de las 132 medallas olímpicas de España, con el espectacular colofón de hace cuatro años en la cita inglesa.

Pero no se detiene ahí la ambición. En las previsiones del Consejo Superior de Deportes (CSD) para Río, las mujeres también llegan a la paridad. Los pronósticos les dan 22 opciones de subir al podio, por 22 de los hombres y dos de equipos mixtos (vela y tenis). Opciones no quiere decir medallas, pero en una buena actuación se suelen materializar alrededor del 40% de las opciones.

“Las mujeres somos guerreras y vamos a dar el callo”, asegura la nueva capitana del waterpolo femenino, Pili Peña, sustituta de la descartada Jennifer Pareja. Las dos saben lo que es ganar una medalla (fueron plata en 2012) y lo que cuesta mantenerse arriba, ya que el equipo sufrió para clasificarse en el Preolímpico de Gouda, pese a haber sido campeón del mundo (2013) y de Europa (2014). “Las mujeres nos hemos liberado en el deporte, algo que viene también ligado al avance del papel de la mujer en la sociedad; en el deporte, la mujer se equipara cada vez más al hombre”, sostiene la atleta Ruth Beitia.

Beitia es una de las que quiere estrenarse en un podio olímpico, como Carolina Marín (bádminton), Garbiñe Muguruza (tenis), Eva Calvo (taekuondo) o Fátima Gálvez (tiro al plato). Otras intentarán repetir el éxito de Londres, como las waterpolistas (plata), el balonmano (bronce), las regatistas Marina Alabau y Tamara Echegoyen, la palistas de aguas bravas Maialen Chourraut o las nadadoras Mireia Belmonte y Ona Carbonell (éste, en sincronizada). Todas ellas esperan que se las valore por lo que hagan --que es mucho-- en las pistas, estadios, pabellones y piscinas. H