El encuentro contra el Elche B es de esos que pueden verse bajo el prisma de la botella medio llena o medio vacía. Para los optimistas, sin duda, el gol de Esaú Rojo fue una de las buenas noticias. El alcarreño se estrenaba como artillero en el Castellón y, de paso, ponía fin al maleficio de los delanteros albinegros, que no veían puerta desde la primera jornada, desde que Rubén Fonte y Albert Yagüe batiesen al Rayo Ibense, en La Serratella. Son, pues, dos meses y tres días de mal fario.

El manchego, que se batió el cobre con los centrales franjiverdes, reclamó dos penaltis y que Samba le sacó otro gol de debajo mismo del larguero con el brazo levantado, necesitó de 432 minutos para celebrar ese primer tanto liberados como orellut, algo difícil de digerir cuando viene de una temporada en la que superó ampliamente la veintena.

Esaú lamentaba la pérdida de dos puntos, más sensible aún tras el 2-0 del descanso. «Deberíamos haber controlado más el partido, se nos hizo largo. Ya conocíamos el juego del Elche B, con transiciones rápidas y un fútbol muy directo, que es difícil de defender en un campo tan grande como Castalia. Al final nos costó físicamente, sobre todo porque no teníamos la pelota», expuso el atacante. «Se nos quedó mala cara por el empate, aunque ellos pudieron llevarse el partido al final, pero la línea es buena porque seguimos puntuando, seguimos sin perder», destacó.

El autor del 1-0 cambió de semblante cuando tuvo que contestar a la pregunta de la ausencia de un médico y un fisioterapeuta como tal, que provocó que Lolo Ivars fuera atendido por responsables del equipo visitante. «No ya como deportista, sino como persona, es un problema serio. Lo de Ramos, al final, fue por una brecha en la cabeza, pero podía haber sido peor. El club debe tomar una decisión porque puede haber una desgracia, y hasta que no pasa...», cuestionó el 9.

CUESTIÓN DE INDEPENDENCIA // Esaú, amparándose en ser prácticamente un recién llegado, pasa de puntillas por cualquier polémica en torno a la situación de la entidad, matizando que «el vestuario va independiente del club». «Escuchamos al entrenador, que nos intenta mantener al margen de este tipo de circunstancias», dijo antes de pedir que «se solucione lo extradeportivo».

Tuvo motivos, igualmente, para quejarse de Sanz Terrades, por las acciones anteriormente esbozadas. Con todo, Esaú también es cauto al respecto y no hace sangre. «Me enseña una amarilla por simular un penalti cuando, en el primer tiempo, ya me habían hecho uno agarrándome, luego está el gol que me sacan de la línea con la mano... No es justo, pero el árbitro no es el culpable del empate; los máximos responsables somos los futbolistas». H