Todas las miradas están centradas en Fran Escribá. El técnico del Villarreal, contra su deseo, se ha convertido en el protagonista indiscutible de este negativo inicio de temporada para el equipo amarillo, que llega al parón de la Liga como colista de Primera División. El fútbol, o el deporte en general, sufre de una rara especie de alzhéimer que mantiene en el recuerdo todo lo negativo, pero borra de un plumazo todo pasado positivo, como lo fue la pasada campaña del entrenador valenciano, en la que firmó una de las mejores Ligas del Submarino en la máxima categoría, el segundo mejor registro de puntos (67) tan solo por detrás de la campaña del subcampeonato.

Ahora, Fran Escribá empieza de cero y lo hace, como en el anterior ejercicio, en unas condiciones más que complicadas por culpa de las lesiones, que han dejado al técnico casi sin media plantilla —10 bajas son las actuales— para el inicio oficial de la temporada. Pero no solo a las bajas —que siempre se niega a utilizar como excusa Escribá, pese a que estaría autorizado para hacerlo— se puede achacar la mala imagen del Villarreal tanto en el debut en la Liga 2017/2018, en el Ciutat de València, como en la siguiente cita, la del pasado viernes en Anoeta contra la Real Sociedad. La imagen de ausencia de una idea de juego y la nula respuesta desde el banquillo para ofrecer soluciones, se une a la escasa aportación de unos fichajes que se han llevado más de 40 millones del presupuesto de esta temporada. Escribá está en el ojo del huracán.