España jugará por el bronce del Eurobasket, destronada por un equipo arrollador, Eslovenia, que ha ido dejando enemigos en la cuenta hasta plantarse en la primera final de su historia. El sueño del título se desvaneció en una noche aciaga en la que nada salió bien y acabó siendo una tortura (72-92 ).

La razón de la espectacular eclosión de Eslovenia hay que buscarla en una estrella emergente que dará mucho que hablar: el jovencísimo Doncic, el base de 18 años del Madrid, posible número uno del próximo draft de la NBA, pieza clave que ha acabado de convertir a un equipo bien dirigido en la banda por Kokoskov, técnico ayudante en Utah.

Con Doncic (11 puntos, 12 rebotes, 8 asistencias) y con Dragic (15 puntos), el base de los Miami Heat, haciendo muchísimo daño a la defensa de España con el pick and roll y con una noche de inspiración en el lanzamiento que pasará la historia del torneo, España no tuvo más remedio que abdicar, por muchas ganas y empeño que puso, por mucha determinación que aplicó Pau Gasol, por mucho desgaste colectivo.

MAL INICIO / Igual que sucedió en octavos y cuartos, volvió a vivir la selección a la contra por una mala puesta en escena. Los tiradores de Kokoskov empezaron a enchufar todos los triples que tiraban (6 de 8 en el primer cuarto) y abrieron una brecha que empezó a ser preocupante (12-19, m. 8).

Diez triples de 15 lanzamientos llevaba Eslovenia al descanso (un asombroso 67% de acierto) y eso le permitió mantenerse al frente del marcador (45-49). El inicio del tercer cuarto solo hizo que agravar las malas sensaciones en la selección española, que vio como su desventaja crecía y crecía mientras Eslovenia se sentía dueña del encuentro, metida en una dinámica ganadora.

Scariolo lo intentó con cambios de quintetos y de defensas, buscando dar con algún resorte que reactivara al equipo. Todo inútil. Con Dragic y Doncic como únicos dueños del balón y con un Randolph más metido que nunca en la pelea, Eslovenia llevó a situar la ventaja por encima de la frontera de los 20 puntos, un enorme mazazo para el campeón destronado, al que solo le quedará el bronce como consuelo.