Habló el balón y España se quedó muda, asumiendo que ya no es lo que fue. Era un equipo hegemónico, capaz de tiranizar el fútbol con la pelota entre los pies. Pero el éxito no es eterno. España ha descendido, muy a su pesar, al segundo nivel europeo y mundial. Como anunció Gerard Piqué, uno de los más lúcidos tanto en el campo como fuera, “toca aceptar” esa caída. Aquel equipo campeón, que no es este que se desplomó ante Italia, pertenece al recuerdo y quedará para siempre como patrimonio de la memoria. Pero ya no existe.

Duró mucho, tanto que hizo pensar incluso que lo habitual era ganar. Pero nada frecuentes en la élite son esos ciclos tan continuados --ni Alemania, Italia o Francia lo han hecho en la última década--, por lo que ahora el viaje a la normalidad se presume aún más duro. A partir de este momento de depresión y desconcierto, España también será prisionera de su historia. El recuerdo de la obra que levantó del 2008 al 2012 aumentará con el paso del tiempo.

la percepción // Competirá, pues, contra el rival y contra sí misma. Ahora, la Roja es terrenal, capaz de perder con las dos primeras selecciones potentes (Croacia e Italia) que se le han cruzado, pese a que la idea que le sostenía seguía inalterable. Pero los actores no son los mismos.

No hay equipo que resista el deterioro del paso del tiempo ni el abandono de sus piezas claves. Bastante duró la vida en el paraíso con un Mundial y dos Eurocopas en cuatro años legendarios, dejando, además, un legado que perdurará. España, que nunca fue modelo de nada, se convirtió en una referencia planetaria, provocando revoluciones culturales de tal magnitud como que hasta la Alemania de Löw, actual campeona del mundo, quiere ser como ella, abandonando, incluso, sus tradicionales raíces.

Tuvo la Roja una manera de jugar especial, singular y, al mismo tiempo, hermosa. Y muy exitosa. España tiene que articular, de nuevo, su discurso futbolístico, pero sin perder de vista la ruta que le ha llevado a la cima. Si cae en la tentación de abandonar su Biblia, el descenso aún podría ser más rápido... y todavía peor.

“No hay que darle más vueltas. El equipo no tiene el nivel que tenía cuando ganamos Eurocopa y Mundial”, sentenció Piqué, el futbolista que, con mayor precisión ha diagnosticado el desplome de España. Hay otros análisis, pero no tan certeros y profundos como el del central, quien obliga, además, a revisar el estilo con el fin de que sea “más efectivo”.

Ahora, cuando Del Bosque pasa sus últimas horas en el despacho que visitaba cada mañana en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas (Madrid), España se halla ante una encrucijada. No solo por el técnico que elija (Joaquín Caparrós, Julen Lopetegui o Paco Jémez, pese a que acaba de firmar por el Granada con cláusula escapatoria, figuran entre los candidatos), sino por el camino que emprenda. No es elegir tan solo un seleccionador, es algo más trascendente. Dependa quien se sienta en el banquillo, anda en juego también la continuidad de una forma de entender el fútbol.

LOS AÑORADOS // Ya no están los pilares (Xavi, Puyol, Villa, Torres o Xabi Alonso) que sostenían a la España imperial, que convirtió el planeta del fútbol en el jardín de su casa, pero hay, como diría Piqué, “unos jóvenes que prometen mucho”, unidos a la luz de un mago. “Queda Iniesta para rato”, manifestó el azulgrana, tras caer eliminado contra Italia en los octavos de final de Francia 2016.

Esas son las bases de la regeneración, pero sin pilares y sin referencias, todo se tambalea. En la debilidad es cuando se comprobará, de verdad, la fortaleza de la idea de España. Se verá ahora si el toque está realmente inoculado en el gen del fútbol español o el retorno a la furia, el estilo que no dio prácticamente nada durante más de medio siglo, se impone. En la derrota que certifica el final de una era en la que no hubo, curiosamente, lágrimas ni tampoco un drama excesivo.

SUMISIÓN // Acostumbrada a la sonrisa permanente, España interiorizó su vuelta a la normalidad con naturalidad. No se desgarró ninguna alma, como si el final estuviera asumido desde que el croata Perisic desangrase a la Roja. Italia solo firmó la caída. El mal ya estaba hecho. Si se equivoca en la elección del sustituto de Del Bosque, tardará años en hallar la ruta adecuada. H