Si Guardiola fue el responsable, con la indispensable colaboración de Messi, de la mitificación del falso 9, Luis Enrique se dispuso, anoche en Mestalla ante Nuruega (2-1), a gestionar un problema histórico de la selección española -la ingente posesión de balón-, con Busquets constantemente entre los centrales con la posesión de balón, como un falso líbero que permitió proyectar a los laterales en funciones de carrileros ofensivos, una asistencia capital para el dominio en el centro del campo y la superioridad en la franja central del ataque. El mediocentro del Barça fue la bisagra que unió al equipo y dio sentido a una disposición de Luis Enrique a la que le faltó concreción en las ocasiones y seguridad defensiva, pero que le llevó a su primera victoria en la fase de clasificación para la Eurocopa.

Desde el inicio, España dominó ante una Noruega muy replegada, sin posibilidad de trenzar una jugada ante la presión inmediata e intensa con la que el equipo combinó su disposición táctica de ataque. El planteamiento de Luis Enrique encontró profundidad con los tres atacantes tendiendo puentes constantes con el centro del campo, asistidos por los espacios que consiguieron abrir Navas y Alba. Fue un inicio intenso y dominante, cristalizado en el primer gol de Rodrigo.

Gracias a una buena combinación con Asensio, Alba ganó línea de fondo y puso un centro al área que remató el delantero del Valencia, habilitado por el movimiento previo de Morata. Todo lo orquestado parecía funcionar demasiado bien, tanto, que con los minutos el juego de España entró en una fase de distensión. Empezaron a llegar imprecisiones, la circulación sin profundidad y las primeras llegadas peligrosas del rival, sobre todo un remate de Elyounoussi a un metro del área de gol de De Gea que remató en dirección contraria.

Como un acto reflejo, España recuperó el brío perdido y reaccionó con una ocasión de Morata que fue el preámbulo de otra oleada de fútbol del equipo de Luis Enrique. La idea de la nueva España quedó plasmada en una jugada esperanzadora, con un pase interior de Asensio que superó las dos líneas defensivas rivales y un doble taconazo, de Parejo y Morata, para culminar la combinación dentro del área ante la llegada de Rodrigo, que no pudo conectar el último remate. El portero Jarstein fue el mejor noruego de la primera parte.

Las ocasiones de España se reprodujeron en el inicio del segundo periodo, con protagonismo casi total de Morata, salvo un remate muy claro de Ramos que el madridista mandó fuera.

La diferencia en el marcador era exigua para lo exhibido por una España que, tras su falta de concreción, sufrió el empate de Noruega gracias a un penalti, tras un bombardeo de ataques aéreos, por agarrón de Íñigo Martínez que King transformó.

cabezazo de morata / La réplica volvió a ser un cabezazo de Morata, otra vez errado. Fue solo un aviso de lo que venía, una España que no se descompuso y siguió generando ocasiones. La siguiente se la fabricó el delantero del Atlético con presión al rival, el portero noruego le hizo penalti y Ramos puso otra vez por delante a España. Luis Enrique recurrió a Canales y a Rodrigo Hernández para apuntalar el centro del campo. Fue la sentencia de un partido al que Noruega no le terminó de perder la cara. Todavía hubo tiempo para el debut de Jaime Mata y para que Asensio perdonara la sentencia.