La selección española de balonmano volverá a disputar de nuevo dos años después la final del Campeonato de Europa, tras vencer por 23-27 a Francia en un partido de semifinales en el que se impuso la inteligencia al músculo.

Una formula que habitualmente había sido insuficiente para doblegar al todopoderoso conjunto francés, que ya apeó a España de la final en el Europeo de Dinamarca 2014 y en el Mundial de Catar 2015. Pero esta selección francesa, pese a la vitola de campeona del mundo, no es el dominante equipo que durante años gobernó el balonmano mundial.

Ni Vincent Gerard es Thierry Omeyer ni el jovencísimo Dika Mem es Daniel Narcisse, al igual que Nicolas Tournat tampoco es Bertrand Gille, una realidad que ocultó el Mundial ganado por los franceses el pasado año.

Defender, defender y defender. Los internacionales españoles nunca tuvieron ninguna duda, el único verbo posible de conjugar para derrotar al gigante galo era defender en todas sus posibles variaciones. Una tarea a la que el conjunto español se aplicó si escatimar esfuerzo, convencidos como estaban los jugadores españoles, de que esta vez sí se podía derribar el muro francés.

Liderada por Viran Morros y Gedeón Guardiola, la defensa española fue clave para lograr por quinta vez en su historia el pase a la final continental, la segunda de manera consecutiva.

Pese a los múltiples cambios, cruces y permutas, España encontró siempre el camino hacia el gol o bien forzar penaltis. Lo contrario que Francia, que se topó con un Sterbik, reclutado por la lesión de Pérez de Vargas, que paró tres penaltis. Suecia será el rival en la final del domingo (20.30 horas) tras eliminar a Dinamarca en la prórroga (34-35).