El niño uruguayo que jugaba descalzo los partidos de fútbol ya puede calzarse los pies con dos Botas de Oro. Llegó a Barcelona hace dos años escondido como si fuera un delincuente más que un futbolista que cometió un grave error (su mordisco a Chiellini en el Mundial del 2014 le perseguirá siempre), pero, obstinado como es, Luis Suárez se levantó con una energía descomunal para convertirse en el mejor goleador de Europa. Cuando empezó solo tenía zapatillas para ir a la escuela, por lo que no podía gastarlas con el balón. Ahora, con dos botas doradas guardadas en el armario de su casa, Suárez se emocionó.

Lloró de alegría cuando veía desfilar en la pantalla gigante de la antigua Fábrica Damm al Uruguay que le marcó en sus inicios. Tras una compleja infancia y adolescencia, Suárez emergió como un delantero de talla universal. «No me imaginaba en ser goleador cuando llegué acá, solo quería ganar la Champions y lo conseguí», contó el nueve del Barça mientras se limpiaba con las manos esas lágrimas que recorrían su rostro delante de Delfina y Benjamín, sus dos hijos.

REFERENCIAS URUGUAYAS // Ellos fueron los que le entregaron la segunda Bota de Oro tras firmar una gran temporada, con 40 tantos en 35 jornadas, una cifra inalcanzable hasta para su amigo del alma (Messi) y también para el rival más enconado que tienen ambos: el madridista Cristiano Ronaldo. Por eso, Sebastián Loco Abreu, su ídolo en el Nacional de Montevideo, estaba tan orgulloso de él en ese videomensaje. «Le ganaste a todos siendo vos. No cambiaste. Como decimos en Uruguay, les jodiste», reveló el exdelantero del Deportivo.

Antes de escuchar a Abreu, Suárez ya estaba emocionado. «Sos más que un jugador porque representas nuestra identidad futbolística», le dijo Óscar Washington Tabárez, seleccionador charrúa, para dar la verdadera dimensión del jugador del Barça.

Mientras él miraba embelesado a su país, Iniesta, Messi y Busquets, sus tres compañeros, le miraban a él. Sofía, la mujer que cambió su vida, estaba en primera fila, disfrutando. Sus dos hijos, también: «Cuando llegué a casa, Benjamín, mi hijo, me preguntó: ¿Papá, por qué no has hecho gol al City? Pero tenía al vecino que hizo tres y también estaba contento igual», dijo refiriéndose a Messi.

«Esta Bota de Oro es más de mis compañeros que mía. Pero tampoco me voy a sacar méritos, hay que estar en el lugar dónde hay que estar», dijo para dar valor a su instinto. «A veces hago el gol más difícil y fallo el más fácil. Hasta mis compañeros se ríen también de esto», confesó Suárez, arrancando, de nuevo una sonrisa de los tres capitanes. H