El nuevo Castellón tomó el testigo del viejo Castellón, en una dulce transición sobre el césped (otra cosa es fuera de él). Manu Calleja debutó con buena estrella, gracias al afortunado empate en La Magdalena (1-1), en un partido que se pareció tanto al último de Frank Castelló que pocos dirían que se hubiese producido un convulso relevo en el banquillo. En Novelda, como en Ibi, los orelluts tuvieron que remar a contracorriente desde bien pronto y ayer, como aquel lejano 21 de diciembre, un tanto (Enrique y Lolo Ivars, al alimón) en la recta final les permitió prolongar a 16 la racha de jornadas sin perder.

Calleja apostó por un equipo continuista, pero al Castellón le costó quitarse del óxido acumulado en las piernas después de 25 días sin vivir la tensión competitiva. El viento se alió también con Mikel Uriarte (el hermano de Jon, quien pasara con más pena que gloria por Castalia), verdugo ya en el encuentro de la primera vuelta, para que superase a Zagalá a los 8 minutos, antes de que hubiese sucedido algo relevante.

El 1-0 devolvió a los albinegros, de sopetón, a la realidad de la Liga. Esaú desperdició el regalo del portero local en lo que fue la única ocasión visitante del primer tiempo, pero Cristian o Benja merodearon el 2-0. El autor del gol pidió penalti por un derribo de Enrique, el único que mantenía la compostura en un equipo asfixiado por la presión alicantina.

Calleja cambió la fisionomía del Castellón, de un plumazo, al regreso de la caseta. Un amonestado Corbalán y un apagado Chema dejaron sus puestos a Marenyà y Yagüe. Sin embargo, el Novelda ya pudo doblar la ventaja a los 30 segundos y generó otras dos ocasiones claras antes del quinto minuto de la reanudación.

La irrupción de Alexis Meva aportó más profundidad a un Castellón que, por momentos, se agarraba a Zagalá, determinante para mantener a raya a Benja, Calderón o Mikel Uriarte.

NOCHE Y DÍA // El 2-0 revoloteaba en la fría tarde-noche de Novelda, pero, afortunadamente, el espíritu aguerrido del Castellón se mantiene, independientemente de quien esté a los mandos. Incluso la suerte parece haber soslayado el traumático relevo en el banquillo. Lolo Ivars botó una falta desde cerca del banderín que Enrique trasladó al fondo de las mallas (m. 81). El central, el hombre de la máscara, celebró la autoría del tanto, aunque el árbitro se lo apuntó al alicantino.

De repente, el partido se escoró hacia el 1-2, aunque ya no hubo tiempo. El Castellón daba por más que bueno el empate.