jdelaossa@epmediterraneo.com

@jfdelaossa

Que David Cruz continúe al frente del Castellón es un fracaso de todas en sus distintas vertientes: deportiva, política, judicial... Está claro que el fútbol es pasión, pero la situación requiere frialdad. Primero, para analizar el porqué se ha llegado a esa situación. Y, segundo, y más importante, para tratar de encontrar una solución al flagrante secuestro, sí, de una empresa, pero también de un club de fútbol, de un sentimiento, de una historia...

Lo peor que se puede decir de alguien, es que es una mala persona. Y Cruz lo es. Ya no es solo que juegue con la fibra sensible de una afición, sino que hace y deshace lo que quiere, sin que nada ni nadie le ponga freno. El albinegrismo lleva más de siete años aguantando lo que no está en los escritos, en una espiral de un sobresalto tras otro, asistiendo a cómo el Castellón sigue siendo, de tanto en tanto, noticia negativa a nivel nacional por su situación. No obstante, reconozco que nunca se había caído tan bajo como ahora. El reportaje con el que mi compañero Ismael Mateu destapó cómo varios futbolistas comen prácticamente de la caridad --o, cuanto menos, por favores de personas y colectivos-- debería hacer recapacitar hasta el que no tiene corazón, pero ni por esas reacciona Cruz, que siempre tiene un plato caliente en el céntrico establecimiento, que ve manchada su solera acogiendo a personajes de este calibre. Y ahí sigue él, mareando la perdiz, ganando tiempo al tiempo, con un nada disimulado chantaje emocional, sonriendo cada vez que alguien alimenta la posibilidad de que venda el club mientras él sigue con su huida hacia adelante, cruzando los dedos para que el equipo alcance el play-off y poder poner los precios que le dé la gana con el fin de pasar factura y engrosar su modus vivendi. Mientras tanto, siempre hay alguien que acude en ayuda del club --ojo, no en ayuda de él--.

La semana pasada, en estas mismas páginas, ya verbalizaba mi impotencia por no saber encontrar una solución. Hemos puesto tantas veces la fecha de caducidad al, por desgracia, todavía presidente y consejero delegado a sueldo del club, que ya no me atrevo a pronunciarme sobre cuándo podré escribir el titular que tengo guardado en el escritorio de mi ordenador: Cruz deja el Castellón; acompañado del subtítulo El peor presidente del club albinegro ya es historia. Si me aprietan mucho al respecto, digo que al final de esta temporada, cuando se le empiecen a acumular las denuncias de los futbolistas (de esta temporada y la pasada), lo que expondrá al Castellón, como mínimo, a la suspensión de sus derechos federativos, que no es otra cosa que la imposibilidad de inscribir a jugadores. Claro que, entonces, igual encuentra a alguien que, pensando en todo lo que conllevar ser un orellut, acuda al rescate...

El Ayuntamiento también dejó constancia por escrito de ese sentimiento de impotencia. En un insólito comunicado, en domingo y cuando el Castellón estaba a punto de disputar otro partido crucial, aludía a su incapacidad jurídica para actuar. Nueva sonrisa de Cruz. La eterna sonrisa.

FRENTE COMÚN // Solo queda, pues, continuar poniendo presión por otras vías, que se reducen a una: frente común. Por parte de los futbolistas, técnicos y empleados del Castellón, sí, pero también de todos los colectivos de aficionados albinegros, aparcando sus diferencias. Ver la luz al final del túnel pasa por ahí... y porque la justicia llegue más pronto que tarde.