En Francia la tensión no remite, sino más bien todo lo contrario. La crisis social que vive el país, con protestas que arrancaron hace tres meses como consecuencia de la polémica ley de reforma laboral diseñada por el Gobierno socialista, afecta a sectores estratégicos del país, como los transportes, la electricidad o el suministro de carburantes.

Y todo ello a pocos días de que empiece la Eurocopa de fútbol el próximo día 10 que convertirá a Francia en el centro de la atención en muchas partes del mundo. Un acontecimiento que llegará, además rodeado de extremas medidas de seguridad

El Gobierno del primer ministro Manuel Valls no parece dispuesto a ceder a la exigencia de los sindicatos que claman por derogar la reforma, en su totalidad, a pesar de que, según los últimos sondeos, seis de cada diez franceses son partidarios de que la ley se retire.

El líder de poderosa Confederación General de Trabajadores (CGT), Philippe Martinez, que ha acusado al Gobierno de negarse a dialogar, ya ha advertido que la protesta va a continuar.

Es más, Martinez ha prometido que la próxima semana se va a registrar "la mayor movilización" de las que se han llevado a cabo a lo largo de estos tres últimos meses.

POPULARIDAD BAJO MÍNIMOS

El último sector en sumarse a las huelgas ha sido el de la aviación.Tres sindicatos de pilotos de Air France han anunciado una huelga entre el 11 y el 14 de junio, en pleno campeonato de fútbol, para defender sus empleos y protestar contra la modificaciones salariales.

"Sería del todo incomprensible que Francia quedara bloqueda por el transporte aéreo", ha dicho el secratario de Estado de Transportes, Alain Vidalies. "Espero que se trate simplemente de una operación mediática", ha añadido.

Hay otro sector que se ha movilizado y que está teniendo una fuerte incidencia: el de las empresas de tratamiento de basuras. Tres de los cuatro principales centro de tratamiento de la región parisina, y otros tanto de provincias, así como varios servicios de recogida, han estado paralizados este viernes, en protesta por la reforma laboral.

Un panorama que mantiene en jaque al Gobierno que, a un año de las elecciones presidenciales, está bajo mínimos en popularidad. El presidente francés, François Hollande cuenta tan solo con el apoyo de entre el 11% y el 13% de los franceses. Los porcentajes de respaldo al primer ministro Manuel Valls oscilan entre el 14% y el 18%.