Al Villarreal le pudo la presión. Demasiados nervios e imprecisiones y un rival crecido que tuvo en su tranquilidad, por la falta de objetivos, su mejor aval. No tuvo su mejor día del equipo de Marcelino, que mostró una cara demasiado errática, aunque no se le puede discutir su entrega y capacidad de sacrificio hasta el último minuto. Anoche se estrelló en la Real, pero fundamentalmente en su propias prisas. La autopresión que se metieron los amarillos en su organismo fue su peor enemigo. No obstante, el punto logrado sigue manteniendo las distancias con el Athletic, a falta de lo que haga hoy el Celta. La próxima semana se juega un Athletic-Celta... y los dos no pueden ganar. El Villarreal sigue asentado en su cuarto puesto. El objetivo está más cerca y caerá si no se tropieza en el error de la ansiedad por cerrarlo con urgencia.

La ventaja del Villarreal respecto a sus perseguidores continúa siendo importante. Pero existe prisa en el club amarillo para certificar esa cuarta plaza. Por una parte, por lo que de tranquilidad representa y también por afrontar el objetivo de meterse en la final de la Europa League, con la posibilidad de reservar a ciertos jugadores, con muchos partidos a la espalda. Esa prisa lastró el rendimiento de los futbolistas del Submarino como una pesada mochila que les llevó a presentar cierta ansiedad, derivando en imprecisiones en el pase y en errores en defensa nada habituales.

A ESCENA CON TODO // Marcelino alineó su once de gala, recuperando a Víctor Ruiz, ubicando a Rukavina en el lateral izquierdo, incrustando a Pina al lado de Bruno y a Castillejo en el flanco izquierdo. En la portería continuó Asenjo. La Real saltó al Madrigal con una defensa muy adelantada y una presión sobre la salida de la pelota del Villarreal que consiguió incomodar a los amarillos y amordazar el juego creativo.

El contraste de intereses era diametralmente diferente, lo que en muchas ocasiones perjudica al que más se juega en el envite. El Villarreal, deseoso por consolidar, definitivamente, la cuarta plaza que asegura la presencia en la previa de la Liga de Campeones. La Real, con una plantilla con muy buenos jugadores, estaba lejana de cualquier objetivo, tanto por la parte de abajo, como de posiciones europeas. Esa tranquilidad chocaba con la presión que se metieron a sí mismos los jugadores del Villarreal. La coincidencia entre ambos estribaba en su común apuesta por el buen fútbol.

El primer susto serio lo dio el conjunto donostiarra con un remate de Elustuondo, en inmejorable posición, que se perdió fuera por poco. El Villarreal respondió con una idea alegre de fútbol y con la inspiración de un Bakambu talentoso y desequilibrante. El franco-congoleño le dejó en bandeja a Soldado un balón con nítida ventaja para apuntillar, pero el 9 valenciano perdió esas décimas de segundo necesarias para apuntillar al portero, y Rulli tuvo tiempo para lucirse.

A renglón seguido, Bruno conectó el guante de su pierna izquierda, en un libre directo, pero el balón se estrelló en el larguero.Los amarillos intentaban armar una y otra vez su juego desde la primera línea, pero tanto Bailly como Víctor Ruiz sufrieron más de lo habitual para enlazar con la segunda línea. Incluso se produjeron algunos titubeos que propiciaron ciertos sustos por parte de la Real Sociedad. Asenjo salvó los muebles en un par de ocasiones, con una serenidad y una templanza propias de un portero de la gran categoría del palentino. La zaga del Villarreal, siempre impermeable, dejó ver demasiadas fisuras, sobre todo por el centro, donde Bailly dejó entrar el agua en repetidas ocasiones.

LA REMODELACIÓN // Al Villarreal se le estaba atragantando la Real. Y Marcelino movió el banquillo tocando las tres líneas del equipo. Primero intentó darle más criterio al juego con la entrada de Jonathan dos Santos. Luego, quiso taponar los agujeros de la zaga, sustituyendo a Bailly por Adrián Marín y reubicando a Mario de central, como remedio de urgencia. Por último, sacó a Adrián López por Soldado, quien anoche prácticamente estuvo ausente sobre el terreno de juego. Inofensivo y espeso, un hándicap importante para el Villarreal. La afición amarilla se dio cuenta de que su equipo no tenía su día más acertado y aportó también el plus Madrigal, apoyando y respaldando como nunca al Villarreal.

El Submarino recuperó el pulso en los últimos 20 minutos de partido, ya con la Real atrincherada en su campo. Bruno intentó poner orden y marcó los tiempos. El recurso de los amarillos se basó en mover el balón de un lado para otro. El Villarreal imprimió una alta intensidad y fue a por el triunfo, pero delante tuvo a una gran versión del conjunto donostiarra, muy diferente a la habitual, que le ha mandado a la zona baja de la tabla.

Con Denis Suárez y Samu Castillejo muy poco inspirados en las acciones de uno contra uno, al Villarreal solo le quedaba el recurso de una acción genial de Cédric Bakambu o un pase interior de Bruno o Jonathan para Adrián López. El Villarreal lo intentó hasta el final. El punta africano la tuvo pero no era el día.

El Villarreal mantiene su ventaja de seis puntos con el Athletic. Hoy juega el Celta, que podría ponerse a cuatro de los amarillos si vencen al Granada en Balaídos. Pese a todo sigue siendo una buena ventaja cuando restan nueve puntos por jugarse. El jueves, otra final, contra el Liverpool. H