Del césped del Sánchez Pizjuán al terreno de juego particular de Castelldefels. Del griterío de Sevilla a la paz del hogar. Del abrazo con Denis, Alba y compañía el sábado, al posado feliz con Antonella, Thiago, Mateo y Ciro el domingo. La felicidad completa de Messi antes del regreso a la Champions para enfrentarse a la Roma, en medio de la racha goleadora que inició en la anterior eliminatoria ante el Chelsea. Empezó aquel enfrentamiento frente al campeón inglés con el astro inmerso en una ciénaga de cinco partidos sin marcar y el no menos pesado precedente de no haber batido nunca a ningún portero del Chelsea. Messi anotó en la ida (y dos veces en la vuelta), y desde el 20 de febrero no para de festejar goles. Excepto en Málaga, donde no jugó porque estaba naciendo Ciro, el más pequeño de la foto familiar. Nueve goles en los siete partidos disputados. La mejor racha de la temporada. No la mejor de Messi en su carrera, que en el ejercicio 2012-13 encadenó 10 partidos con 16 goles. En la anterior (11-12) fue capaz de sumar 18 dianas en solo ocho encuentros.

RACHA SALVADA // La milagrosa resurrección del Barça en Sevilla para ganar un punto y salvar la racha liguera (37 partidos sin perder, a uno del récord absoluto de 1980 de la Real Sociedad) va ligada a la reacción de Leo Messi, del mismo modo que los éxitos culés de la última década van indefectiblemente asociados al descomunal rendimiento que ha ofrecido el talento argentino.

El equipo perdía en Sevilla sin su guía, sentado en el banquillo por unas molestias musculares, y acabó empatando gracias a él. Por el gol final en ese tiro envenenado al rincón derecho de la portería de Sergio Rico, pero, sobre todo, por el cambio de rumbo que imprimió al partido. El Barça iba a la deriva y Messi lo salvó del naufragio por enésima vez.

COMO ARGENTINA // La influyente aparición sabatina del 10 representó, por extensión, la importancia que posee también en la selección argentina, vapuleada en el Wanda por la española (6-1) en ausencia de su capitán.

Messi reapareció con el Barça tras la concentración con sus compatriotas sin haber disputado ninguno de los dos amistosos preparatorios a causa de esas molestias. Valverde quiso resguardarle para la cita ante la Roma, pero no tuvo más remedio que utilizar la recámara para atajar el vía crucis del Pizjuán. «Con o sin Messi todos los equipos son diferentes», admitió el entrenador, vinculando el ascendiente del 10 en el Barça y en Argentina. Treinta y tres minutos de Messi dan para mucho. Uno solo (47 segundos, exactamente) bastó para que él y Suárez dejaran boquiabierto al Sevilla en un acomplejante castigo cara a la próxima final de la Copa del Rey del 21 de abril. «Messi levanta a cualquier equipo», corroboró Vincenzo Montella, asombrado ante la catástrofe que había causado la estrella, destrozando el tejido de confianza del sevillismo ante la inminente visita del Bayern.

EUROPA // Los culés esperan la del Roma con la misma paz que desprenden los Messi sentados sobre el pequeño campo de fútbol de casa. El argentino está recuperado -«tenía previsto que jugara en el segundo tiempo», desveló Valverde, restando trascendencia a esas indeterminadas molestias- y también lo estará Sergio Busquets. La fractura del meñique del pie derecho se ha soldado y el mediocentro volverá a asir el timón. Rakitic se echará a un lado e Iniesta seguirá en la banda izquierda. Coutinho y Paulinho serán los sacrificados de la alineación que penó en Sevilla. Solo estará indisponible Lucas Digne.

Messi se sentó en el banquillo porque la prioridad del Barça es la Champions. El equipo lleva dos temporadas sin saltar el listón de los cuartos de final. El año pasado chocó contra la Juventus y el anterior, con el Atlético. La Roma, tercera en la Serie A, era el rival más asequible en el sorteo. «El Barcelona es favorito en cualquier competición en la que participa», admite Monchi.