El nuevo ídolo de la afición del Deportivo no es ningún futbolista blanquiazul. Es Fernando Vázquez Pena (Castrofeito, A Coruña, 1954), todo un veterano de los banquillos, con más de 500 partidos dirigidos en el fútbol profesional (357 en Primera y 149 en Segunda), pero que se siente como un chaval a sus 65 años. Pura energía y mucha sabiduría para resucitar en tiempo récord a un histórico como el Dépor que estaba moribundo, casi condenado a Segunda B, y al que quiere primero salvar y luego devolver a la máxima categoría: “Hasta que deje al Deportivo en Primera, no me retiro, siempre y cuando el deportivismo me quiera”.

-Acaba de terminar el Carnaval y en A Coruña muchos lo ven con un traje de mago, como si tuviera una varita mágica.

-Quien no me conoce. Solo hay que estudiar mi currículo. Si alguien me quiere conocer de verdad, que mire qué tipo de entrenador soy. Considero que un entrenador tiene que tener competencias emocionales, psicológicas y comunicativas, pero el capital más importante es su competencia técnico-táctica.

-¿Le molesta que lo valoren solo como un motivador?

-No es que me moleste. A veces sí, porque considero que soy entrenador. No descarto esas otras cosas, que son partes importantes, pero me gusta que me valoren como técnico, como director de grupo.

-Después de cada partido en Riazor cientos de personas lo esperan en la calle para aclamarlo, ¿se siente una rock and roll star?

-No sé. Digamos que intento devolverles un poco a los aficionados lo que me dan. No los evito. Estoy allí, paso un tiempo con ellos y los animo a que sigan estando con el equipo y yendo a Riazor.

-¿Cuál es su reacción cuando los ve?

-De sorpresa, un poco. Sé que me esperan una hora. La culpa es de los teléfonos móviles, cuando estás con las fotos y esas cosas. ¿Quién inventó la cámara en los teléfonos?

-¿Siente más peso por no fallarles?

-Eso sí. Es algo que siente el entrenador con muchísima frecuencia. Cuando se acerca el partido, cuando llegas al estadio en autocar… A veces, cuando estoy en el bus antes de bajar me gustaría ser aficionado. Esa sensación de que miles de personas o una ciudad entera esté pendiente de que el Deportivo gane es una responsabilidad que te puede afectar. Yo creo que la llevo bien. La gente piensa que ser entrenador… ganan dinero… Sí, bueno, pero reconozco que vivo muy bien cuando no estoy trabajando de entrenador, sin esa tensión, sin esa montaña rusa. Según pasa la semana parece que se te va acortando un poco la vida, va aumentando la presión. No es solo para el entrenador. Es también para los jugadores. Tienen que soportarla y rendir bajo esa presión, y no es fácil.

-¿Vivir en Santiago de Compostela y no en A Coruña le permite no estar con esa presión las 24 horas?

-Si durante la semana te separas un poco de eso y no vives en A Coruña creo que es beneficioso. Yo voy por carretera muchas veces a Santiago y eso es una bajada de la tensión. En Santiago es como si estuviera en otro mundo, no siento que esté rodeado de deportivistas, no siento la presión de la ciudad.

-Hasta 1995 compaginaba los banquillos con su trabajo como profesor de inglés en un instituto. Cuando pasó varios años sin entrenar, ¿llegó a plantearse retomar la docencia?

-No. Bueno, en algún momento sí. Hasta una vez fui a la Consellería a preguntar, pero en el fondo sabía que no quería volver, que quería entrenar. Fui a ver cómo estaba la situación. Yo estaba en excedencia indefinida y fui a preguntar cómo eran los pasos.

-¿Las herramientas como profesor valen para deportistas profesionales?

-Claro que valen. Lo primero que vale es la tranquilidad de hablar ante la gente. Estaba acostumbrado a hablar. Un profesor no es solo llegar allí y dar clase. Tienes que controlar la clase y la disciplina, mantener el orden. A partir de ahí, puedes enseñar y educar. Eso te lo dan 40 alumnos. Un equipo es como una clase de otro nivel.

-¿Encontró más niñatos en las aulas o en los vestuarios?

-Nunca encontré cosas raras. Nunca tuve problemas realmente en los vestuarios. Con muy pocos futbolistas, y cuando tuve un problema lo solucioné fácil. El aspecto comunicativo es fundamental. Ser entrenador también es contar con la otra parte. Por muy buen técnico que seas, si no quieren… El 50% es la otra parte. Tienen que querer aprender.

-Cuando volvió al Dépor a algunos jugadores les sorprendió comprobar lo actualizado que estaba, ¿cómo cree que lo ven?

-¿Por qué voy a estar desactualizado? Una cosa es ser mayor, o tener cierta edad, y otra es estar caducado. Me sorprende que mis futbolistas pensaran que era un motivador, porque en ese aspecto nunca me vieran. ¿Dónde me visteis motivador? ¿En mi primera etapa en el Dépor? Sí, correcto. Entonces sí. Vieron ese aspecto y dicen: “Este es un tribunero”.

-¿Nunca le dio miedo esa etiqueta de tribunero?

-Es que no soy un tribunero. Considero tribunero otro tipo de entrenador, es una palabra negativa, es quien predica pero no hace. Vive solo de la palabra, pero después en el campo hace pocas cosas. Yo soy entrenador de campo y dirijo a mi equipo, como un director de orquesta.

-¿Fue un hándicap para su carrera de entrenador no haber sido un futbolista de élite?

-Fue un doble o triple hándicap. Por supuesto. Si no fuiste futbolista profesional es como si no jugaras al fútbol. Yo jugué toda mi vida, desde que tenía cinco años. Para ser entrenador, ser futbolista es importante, conocer el fútbol, pero no es necesario haber jugado en el Madrid o en el Barcelona para conocer el fútbol de ese nivel. ¿Acaso un director de cine tuvo que ser un gran actor?

-¿Le faltó venderse mejor para entrenar a un Valencia o a un Sevilla?

-Yo creo que lo merecía. La dirección de una carrera a veces es más importante que los resultados. Si tuviese que dar un consejo a los que están empezando, les diría eso. Yo cometí errores, no tenía ni representante cuando empecé, no sabía no lo que era eso. Otros entrenadores llegaron con cierta facilidad. Yo creo que merecí entrenar a un equipo importante, estoy hablando de un aspirante a ganar títulos, porque al Superdépor no llegué. A mí me daba la sensación de que donde iba tenía que demostrar lo que valía, no me daban nada por supuesto.

-¿Quiere dejar al Dépor en Primera como sea antes de retirarse?

-Yo sé que estoy en la última parte de mi carrera, pero quiero dejar al Dépor en Primera División y, si es posible, en Europa. Después, pensaré si me retiro o no. Hasta que deje al Deportivo en Primera, no me retiro, siempre y cuando el deportivismo me quiera.

-¿Le pesa que le comparen con Arsenio Iglesias?

-Nada. A mí no me molesta. Me falta mucho, falta lo más difícil. Para mí es un honor que me comparen con Arsenio pero no puedo aspirar a nada de eso. Si la gente voluntariamente me quiere decir que soy como Arsenio, solo puedo sentir honor.