El Castellón ha defendido, desde el minuto 1 de la pretemporada, que contaba con la mejor plantilla del grupo. No sé si fue un pecado de euforia, si de soberbia o puro desconocimiento de lo que estaban haciendo en el Levante, Orihuela, La Nucía o Elda -por poner unos ejemplos, no todos- El caso es que a un par de partidos de llegar al ecuador de la competición regular, los albinegros, tras tomar carrerilla a raíz del relevo en el banquillo, está a seis puntos del filial granota y a cuatro de su próximo rival (Orihuela).

En teoría, el saldo de las recientes jornadas avalarían la tesis del club, que defendía -y es el principal motivo que esgrimió para destituir a Frank Castelló-, de que había más plantilla de la que indicaban los resultados. Ahora bien, pese a esos marcadores, las carencias son bastante evidentes. Al menos de puertas para afuera. En defensa, las prestaciones no son las deseables (demasiados goles encajados, muchos fruto de clamorosos errores individuales). En la media, la ausencia de un 6 poderoso se agudiza con la ausencia, para más de mes, de Ximo Forner. Algo parecido sucede con la banda izquierda, donde las lesiones de Kike Ferreres y Juanjo han mermado los recursos. De igual forma, ahora Sergi Escobar adolece de un segundo punta, por mucho que los delanteros se hayan enchufado. La cuestión es que cada entrada debería ir acompañada de la correspondiente salida (solo hay hueco para un sub-23), lo que no quita que hay que fichar sí... o sí.