Zinedine Zidane fue el gran triunfador del clásico del Camp Nou más allá de la victoria blanca. El francés superó con nota su primer gran examen en el banquillo para alegría de Florentino Pérez, su valedor. La sonrisa del presidente blanco abandonando el palco lo decía todo. Era la satisfacción de ver el éxito en una apuesta personal, la que inició el empresario al poner al frente de la plantilla merengue a la persona con la que espera marcar una época triunfal. Un plan que Florentino trazó para, salvando las distancias, marcar una etapa como hizo Pep Guardiola cuando Joan Laporta le dio la oportunidad. Pérez llevaba tiempo intentando convencer a Zizou de que era la persona ideal para sentarse en el banquillo del Bernabéu. Le cuidó cuando arreciaban las críticas por situarlo al frente del Castilla sin tener el carné de entrenador (“no deberían ponérselo tan difícil si sabe mucho más que bastantes técnicos”, llegó a argumentar en defensa del francés el mismísimo Johan Cruyff), le mimó al máximo (con el galo dirigiendo al filial los viajes, siempre que era posible, se hacían en avión --lo habitual es el autobús--) y, cuando vio inviable mantener a Rafa Benítez, no lo pensó dos veces para darle el puesto para el que le había estado preparando. Zidane despertó dudas entre la afición blanca durante los primeros desplazamientos del equipo (“así no vamos a ninguna parte”, admitió el francés tras la angustiosa victoria en Las Palmas), pero el punto de inflexión se produjo en la última jornada antes del clásico, cuando el Madrid goleó al Sevilla (“ahora sí estamos preparados para todo”, concretó Zizou, pensando ya en el asalto del Camp Nou). Dicho y hecho. El francés recurrió al estilo Simeone que tantos problemas crea al Barça. Juntó las líneas para esperar a los de Luis Enrique y buscar el veneno del contrataque letal del Madrid. “No leímos bien el partido, nos desorganizamos. Dimos al Madrid el arma que más aprovecha”, explicó Mascherano. Otro de los aciertos fue provocar el apagón del tridente culé. “No es un problema físico, sino que nos pillaron a la contra. Nos faltó control y posicionamiento”, concretó Andrés Iniesta.

APAGÓN DEL TRIDENTE // La obra de Luis Enrique acaba siempre en sus estrellas. Para bien o para mal, como en el clásico, cuando Messi, Neymar y Suárez sumaron siete disparos entre los tres. El Barça ha entrando en una escasez goleadora, algo inusual teniendo a Messi, Neymar y Suárez, capaces de firmar 106 goles en 52 partidos oficiales. Ese fue otro de los aciertos de Zidane, frenar a los cracks del Barça. Y aprovechar el carril de Marcelo para destrozar a su rival. Una buena lectura del partido que, a poco que sigan igual las cosas, le aseguran la renovación (su compromiso con Florentino era hasta final de año) pese a que días atrás el expresidente Ramón Calderón pronosticó el regreso de Mourinho. H