A Fran Escribá se le cae de las manos el Villarreal. Peor que la humillante goleada fue la imagen de equipo en plena fase de desintegración y que ha perdido todas las señas de identidad que le distinguían durante las ultimas cuatro temporadas. El Submarino es un equipo timorato, que sale a jugar al cero a cero y que apenas inquieta a sus rivales. Un hat trick de Dzeko destrozó en mil pedazos a un Villarreal irreconocible, que ha caído en la Copa y que anoche se despidió de la Europa League con una imagen bochornosa. Y la sensación de que al técnico ha perdido también el rumbo y el timón del equipo. Una noche para olvidar.

Escribá reclamaba paciencia para atacar y mantener la portería a cero en la previa del partido. El Villarreal incrementó un punto la intensidad de su juego y se mantuvo más o menos serio en la contención, aunque este equipo no ajusta tan bien cómo hace unos meses cuando no tiene la pelota. Con la mitad del trabajo que se debe hacer se podría ganar un aprobado holgado. El otro 50%, lo que se refiere al fútbol de creación, no alcanza los niveles exigidos a un conjunto con aspiraciones como el Villarreal. No, el Submarino no puede continuar jugando a tener la portería a cero y a jugar a la ruleta por si se acaba marcando un gol. Es necesario ofrecer mucho más, sobre todo cuando delante tienes a un equipo del potencial de la Roma. Otro partido más se volvieron a tirar 45 minutos a la basura. El primer tiempo de los amarillos, como viene aconteciendo últimamente, no fue bueno ni malo, ni frío ni caliente, ni carne ni pescado... fue insípido. Ni una sola ocasión reseñable y transmitiendo una sensación de inocencia impropia de un grupo antaño pujante y ambicioso.

CUATRO NOVEDADES / Escribá planteó cuatro cambios de partida respecto al once del domingo ante el Málaga, con la entrada de Musacchio, Samu Castillejo, Bakambu y Jaume Costa en la titularidad. Variaciones que no se tradujeron en una transformación de un equipo que parecía triste y hasta aburrirse jugando al fútbol. Como si no creyesen en sus posibilidades. La Roma dejó, con muy pocas pinceladas, sensación de bloque más cuajado y sus escasos zarpazos dejaban arañazos. El Villarreal nunca encontró huecos en la escuadra romana, que saltó con tres centrales, pero con dos hombres en bandas que tenían fuelle para defender con cinco y a la vez para desplegarse con fuerza en ataque. Y con la suficiente calidad para buscarle las cosquillas y las espaldas al entramado defensivo de los amarillos.

El partido comenzó con ritmo y alternancia en el control del balón, aunque con un muro infranqueable que vallaba ambas áreas. El gigante Dzeko dio el primer aviso en un remate de cabeza que Sergio Asenjo detuvo con esa seguridad que convierte en fácil lo que es difícil. El Villarreal se tuvo que conformar con un inocente cabezazo de Mario, irrumpiendo con fuerza desde atrás, pero que murió plácidamente en las manos de Alisson.

Era un choque que transcurría en el molde del cero a cero. Hasta que el Submarino cometió un error en una pérdida de balón de Samu Castillejo, y Emerson consiguió extraer un diamante de ella pintando un golazo de gran belleza en la ejecución. La pelota entró por la escuadra. Y poco más en el primer acto del partido. La Roma se sintió a gusto para llegar al vestuario.

LA REANUDACIÓN / El Villarreal atisbó una tímida reacción en el inicio de los segundos 45 minutos. Y durante un cuarto de hora miró hacia la portería rival con cierta ambición y convicción. Fueron los únicos minutos en los que el Submarino logró que Alisson se manchara la camiseta. Una acción individual de Cédric Bakambu, un tanto pasado de revoluciones para no ver a Jonathan dos Santos totalmente solo, y un remate de cabeza de Mario que detuvo con cierto apuro el guardameta brasileño, se convirtieron en el único bagaje ofensivo de un Submarino timorato y que ahora pasa por una profunda crisis de identidad. O mejor dicho, exhibe una faz totalmente desconocida. Es complicado reconocer a este Villarreal, que posee mimbres para, por lo menos, conseguir que la Roma sufra mucho más de lo que lo hizo anoche.

Mientras el Villarreal jugaba con pistolas de agua, la Roma enseñaba balas de verdad, de las que hacen daño. El bosnio Dzeko mostró como se las gasta un delantero en Europa y, tras recoger un pase de Salah, rompió a Musacchio en el área antes de fusilar a Sergio Asenjo con una facilidad pasmosa.

Los romanos pusieron más sal en la herida del Villarreal y sacaron a relucir los temores de un equipo que sufre una crisis de personalidad terrible. Dzeko dejó en entredicho a la defensa amarilla, dejó KO al Villarreal y puso en evidencia a su entrenador, Fran Escribá. El Estadio de la Cerámica empezó a desalojarse con el 0-3. Pero todavía quedaba más. La descomposición como equipo se dibujaba en la acción del 0-4. Dzeko desnudó las vergüenzas de los amarillos. El ariete de la Roma convirtió a sus rivales en diminutos enanos.

LA PEOR NOCHE EUROPEA / Anoche el Villarreal fue un equipo que no sabía a qué jugaba. Posiblemente, la peor noche europea en la historia del conjunto amarillo. Nunca un equipo había ganado con tanta facilidad. La Roma se divirtió con un juguete roto llamado Villarreal que ni defendió ni atacó Demasiada candidez e inocencia para lograr inquietar a la escuadra romana, que no tuvo que emplearse ni a la mitad de la fuerza que tienen sus motores para salir con la eliminatoria sentenciada de. A Fran Escribá se le ha caído el Villarreal de las manos. El sonrojante 0-4 de anoche no ha llegado por casualidad. Hace ya muchas semanas que este equipo no funciona.