Francia vivió al fin una alegría, la primera de una serie que espera cerrar en el mismo escenario donde ayer echó a andar la Eurocopa, en París, en Saint Denis, en la final del 11 de julio. Un estallido de júbilo con la primera victoria ante Rumanía (2-1) en medio de las penas con las que carga el país, que se aferra a esta Eurocopa con todas sus fuerzas y esperanzas. El primer paso estuvo lleno de tensión e incertidumbre, quizá en un anticipo del sufrimiento que le espera.

Francia contuvo el aliento y no pudo alzar los brazos hasta el último instante, cuando Payet, la joya que pasó por delante de Pogba y todos los demás, envió el balón a la escuadra con una furia que parecía ir acompañada de la de millones de franceses.

Una alegría unida a la de vivir un estreno en paz, un día de calma, bajo un gran despliegue policial, pero que ayudó a olvidar los miedos y las amenazas que están atormentando al país galo.

TENSIÓN ACUMULADA // El estadio, que había vivido en un auténtico tobogán de emociones, y que cantó La Marsellesa y gritó “allez les bleus”, pero que también calló cuando temía que el día tan esperado acabara de mala manera, como tantos y tantos días de estos últimos tiempos, cuando Rumanía empató de penalti y el reloj corría y corría, descargó toda esa tensión acumulada ante un zurdazo que supone una inyección de ánimo. Una metáfora simbolizada en las lágrimas de Payet al retirarse del campo, consciente o no del valor de ese gol.

La Eurocopa se estrenó bajo control, con un despliegue policial excepcional, con exhaustivos controles que los aficionados toleraron pacientemente, concienciados ante la necesidad de ser más escrupulosos que nunca, bajo la psicosis general ante la amenaza terrorista. Los 80.000 espectadores pudieron llegar sin problemas al no verse afectados por la huelga de transportes. Otra cosa es el panorama de las calles, donde la basura se acumula debido a otro conflicto laboral.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN / En este ambiente, el gobierno repartió folletos con consignas para preservar el orden, como respetar a las fuerzas de seguridad, someterse a los controles, evitar las aglomeraciones... Pero en esa lista aparecía una que retrata el momento tan sensible que se vive: “No hacer comentarios políticos, ideológicos, injuriosos, racistas o xenófobos”. Un consejo que ha desatado polémica y la protesta de algunos sindicatos al entender que afecta a la libertad de expresión.

Viendo a François Hollande sonriendo en el palco (Villar, presidente de la Federación Española, estaba muy cerca de él), en una imagen que ya provocó críticas y mofas en la redes, nadie diría que tiene al país en llamas. Pocos más que él desean que el fútbol abra una tregua y que la Francia de Deschamps haga olvidar las penas a la Francia de la calle.

La ceremonia estuvo a la altura de la de los momentos de crisis. Nada de excesos, lejos de otros tiempos, como sucedió en el Mundial en 1998. Una puesta en escena de lo más normal, recreando un bulevar con bailarinas de cancán, la vie en rose, todo muy parisino, hasta que David Guetta animó la fiesta.

GRAVES ACUSACIONES // De repente, cuando todas las miradas estaban fijadas sobre París, en un tensa espera, a casi 500 kilómetros, en la Isla de Ré, se desató un tsunami que hizo saltar por los aires la calma que vivía la selección española. Un asunto de lo más turbio, con acusaciones de abusos sexuales incluidas, golpeó de lleno de De Gea, el portero que pugna por desplazar de una vez a Casillas, implicado junto a Muniain e Isco. La bola creció y creció, en un escándalo mayúsculo que puso patas arriba la concentración, y que ni siquiera la aparición del jugador del Manchester apagó.

De Gea, el fichaje frustrado del Madrid por un fax tardío, en una operación que intentará repetir otra vez, esta vez sin hacer tarde, dio la cara para negarlo todo, decir que se queda y que se siente más fuerte que nunca. Pero el efecto de un caso tan escabroso no se detendrá, ni mucho menos, y está por ver si afectará al papel que debería corresponderle al meta del Manchester United.

INCÓGNITA DEPORTIVA // La duda sobre la elección de Vicente del Bosque persistía, a pesar de que futbolísticamente no debería haber discusión sobre el cambio de guardia.

Ahora, todo ha quedado alterado y el estado anímico del joven portero aparece como un factor que entra en juego, y que el seleccionador puede utilizar para justificar su decisión, sea cual sea.

El eterno debate en la portería entra en otra dimensión, a la espera de como evolucione este desagradable episodio. No es la mejor manera de empezar, a tres días del debut. H