Los goles fueron lo de menos en la jornada 24 del la Bundesliga: el fútbol alemán estuvo marcado por los insultos y las amenazas contra el dueño del Hoffenheim, el empresario Dietmar Hopp, y también por el debate desatado sobre cómo actuar ante una campaña orquestada por diferentes hinchadas radicales.

El Hoffenheim-Bayern del sábado desató las alarmas. Los bávaros habían resuelto el encuentro en la primera parte con una tromba ofensiva de cuatro goles. En el minuto 67, el marcador ya era de 0 a 6, pero en ese momento, pasó a un segundo plano: hinchas de líder desplazados hasta el Rhein-Neckar-Arena comenzaron a insultar Hopp e incluso desplegaron una pancarta en la que se podía leer Hurensohn (hijo de puta).

El árbitro detuvo el partido, los jugadores del Bayern y algunos miembros de la directiva del equipo se encararon con los hinchas. No sirvió de nada: los insultos contra el cofundador y propietario del gigante de software SAP continuaron. Ambos clubes ordenaron a sus jugadores retirarse en el minuto 77.

Tras una breve pausa, los 22 futbolistas volvieron al campo para dejar correr los 13 minutos restantes. No disputaron el partido, por otra parte, ya sentenciado: se limitaron a pasarse la pelota sin la más mínima intención de hacer gol en una especie de huelga futbolística.

Hopp, en la diana

El duelo entre Unión Berlín y el Wolfsburgo del domingo fue el segundo capítulo de una polémica que, en realidad, lleva años acompañando a la Bundesliga: en uno de los fondos del pequeño estadio del club berlinés, ascendido por primera vez en su historia el verano pasado, la cara de Hopp aparecía enmarcada dentro de una diana. Bajo ella se podía leer de nuevo el mismo insulto usado por la afición del Bayern el día anterior.

El árbitro interrumpió el partido en tres ocasiones e incluso llegó a enviar a los jugadores al vestuario poco antes del descanso. A pesar de que se especuló con una posible suspensión, el encuentro acabó de manera reglamentaria con empate a dos. El resultado quedó, nuevamente, en segundo plano.

La doble pancarta no es una amenaza de muerte, puntualizaba pocos minutos después del incidente la hinchada radical del Unión en su web. Pero sí es claramente provocadora, y critica a una persona y su evolución. Hoy se trata de enviar una señal contra la creciente censura y a favor de la libertad de expresión en las gradas.

Contra la mercantilización

Hopp es considerado por ciertas hinchadas radicales alemanas la personificación de la mercantilización del fútbol. El Hoffenheim, un equipo cuyo estadio se encuentra en una ciudad de 35.000 habitantes y que responde al nombre de un pueblo de poco más de 3.000, ascendió a la primera división alemana hace 12 años. Ello habría sido imposible sin el dinero inyectado por el empresario.

El protocolo de la Federación de Fútbol Alemana ante este tipo de incidentes prevé un primer aviso a los aficionados a través de los altavoces del estadio, un segundo paso con la interrupción del partido, y un tercero y definitivo que supone la suspensión si los insultos no ceden. Los dos primeros se cumplieron en los partidos de Hoffenheim y Berlín, pero ninguno de los dos fue suspendidos finalmente.

Entonces tendremos que interrumpir cada encuentro. Eso lo veo de manera un poco crítica, decía este domingo Oliver Ruhnert, director deportivo de Unión Berlín. El debate sobre las medidas ante el caso Hopp parece no haber hecho más que comenzar en Alemania.