El efecto Garrido no se ha hecho esperar. A las primera de cambio, en su debut como entrenador albinegro, el CD Castellón lograba ayer una victoria implacable (2-0), de las de Segunda División A, a base de intensidad, presión, transiciones rápidas y de calidad y una verticalidad de la que adolecía el equipo. Un nuevo estilo, otro fútbol, más práctico y que sirvió para derrotar al Sporting de Gijón, un buen equipo, al que los orelluts noquearon con dos golazos de Cubillas y Gus Ledes.

El partido olía a nuevo, por el estreno del técnico y con ese nuevo brío que parece inyectarse en los futbolistas cuando juegan por primera vez ante un nuevo entrenador. Lo dice el tópico: «El fútbol es así». Para lo bueno y lo malo.

Como nuevo fue el planteamiento táctico de Garrido, que puso un 1-4-4-1-1, con Rubén Díez de enganche con libertad de movimientos por detrás de Cubillas, que volvió ser Cubigol.

Una apuesta que defensivamente contó con Iago Indias y Víctor García en los laterales; dos centrales zurdos, Gálvez y Carlos Delgado, en el eje de la zaga; un doble pivote con el reaparecido Carles Salvador y el reintegrado Gus Ledes; y por las alas Arturo y Mateu.

El equipo pareció otro muy distinto al de la recta final de la era Cano. Las líneas muy juntas, equipo bien replegado, presión colectiva sobre el rival y, sobre todo, que todo el que jugó, corrió y mordió.

Con Garrido no hay respiro, puesto que fue el propio técnico el que se encargaba de recordarle a cada uno que de relax, nada. Y encima ahora, en este fútbol pandémico que nos asiste, al escucharse todo no daba lugar a confusiones.

La puesta en escena albinegra invitaba al optimismo. Antes del minuto seis, tanto Marc Mateu como Rubén Díez ya habían puesto a prueba al guardameta del Sporting. Era un aviso de lo que podía pasar, y eso que los gijoneses quisieron el balón y buscaron el marco de Álvaro Campos por medio de estiletes ofensivos como Cumic, Aitor García, Carmona y Djurdjevic, cuatro superclases.

En la batalla por el esférico parecía el Sporting el dominador, pero el Castellón mordía, presionaba y robaba. Y recogió sus frutos en el minuto 19, tras una falta provocada por Arturo que ejecutó desde la derecha Marc Mateu de forma magistral, cerradita, como a él le gusta. Cubigol se puso el traje de matador. Testarazo inapelable marcando los tempos en el aire: 1-0.

Un tanto que liberaba de tensiones a los albinegros y espoleaba a los asturianos, que le pusieron una marcha más al encuentro.

El partido entraba en una fase de toma y daca, con más posesión visitante pero con mayor productividad con el esférico de los locales. Garrido quiere transiciones rápidas y disparos a portería.

Eso hicieron. Y antes del descanso se pudo aumentar la ventaja en otros dos fogonazos de Mateu y Rubén. ¡Ah! Y también apareció Álvaro Campos, protegido por una zaga muy implicada, que evitó el empate en dos acciones clarísimas del goleador Djurdjevic y otra de Babin con paradas felinas.

GUIÓN SIMILAR Y RECOMPENSA / El segundo acto tuvo un guion muy similar. El Castellón bien junto, arropado y mordedor; y el Sporting, muy estético, de manual, pero cuyas acciones morían en la orilla gracias a la intensidad de los centrales y el equilibro de Carles Salvador y Gus Ledes.

Un centrocampista portugués que obtuvo la recompensa a su buen partido en el minuto 52, cuando recibió tras un sombrero un pase aéreo de Rubén Díez, que empalmó con la derecha para fusilar al meta visitante. Un golazo.

El Castellón reía. Ayer todo salió bien. Hasta Álvaro Campos paró un penalti en el minuto 58 a Carmona cometido por Rafa Gálvez (el VAR no vio falta previa a Iago Indias), evitando meter al Sporting en el encuentro. La era Garrido comienza a lo grande.