El Castellón se encontrará, en la ronda final por el ascenso a Segunda B, a un fiel exponente del fútbol vasco. Porque aunque la globalización llega a todos los rincones y a todos los sectores del mundo, el Portugalete responde al retrato robot que todos tenemos del fútbol norteño. Un rival sobrado de músculo, protagonista de inicios de partidos fulgurantes y de una fortaleza en casa, donde ha cimentado la remontada hacia el segundo puesto del grupo IV. Un equipo en forma, pues ahí están sus 13 partidos sin perder, incluyendo los cuatro de las dos anteriores eliminatorias, frente al Llanes (Asturias) y Plasencia (Extremadura).

Un rápido repaso a la plantilla del Portugalete permite ver, a simple vista, que más de una docena de sus jugadores están igual o por encima del metro ochenta. Ahí cimenta su fútbol, una de cuyas cualidades es, cómo no, el juego a balón parado. Y, ojo, porque de los tres goles recibidos por Alejandro Zagalá en los play-off (el 1-0 del Tropezón en Tanos y el 1-1 del Sant Andreu en el Narcís Sala), fueron de cabeza en sendos saques de esquina. Sergi Escobar ya lo tiene en cuenta, a la hora de confeccionar el once, sobre todo en La Florida, debido, principalmente, a sus estrecheces (mide 64 metros de banda a banda).

Y hablando del campo, los gualdinegros han sido los mejores del grupo IV como locales, con 42 puntos sumados en 19 encuentros, habiendo cedido seis empates y una sola derrota, en la lejana jornada 4, frente al Balmaseda (1-2). Una derrota de la que el próximo domingo se cumplirán nueve meses exactos.

SENTENCIA... AL PRINCIPIO // Otra de las características de los equipos vascos es su salida en tromba. Atención a como ha resuelto su pase a la ronda final: contra el Llanes, tras el 0-0 en la ida, goleó a los asturianos (3-0) con dos tantos en los minutos 4 y 5. Pero es que, frente al Plasencia (1-2), repitió con dos dianas consecutivas en el primer asalto (minutos 12 y 13), allanando su clasificación en La Florida con el 1-0 (1-1 a la postre) en el minuto 5.

Es decir, el Portugalete presume de la esencia de ese tipo de fútbol en vías de extinción, pero que aún florece en La Florida.