El Coliseum no es una plaza en la que baste con bajar al barro. Lo demostró el Valencia, al que le faltaron piernas y juego para estar a la altura. Jorge Molina, como Soldado el pasado martes, lo machacó con un doblete. Y con todo perdido Mata remató la faena. Cuatro días después de fracasar en la Copa, Celades volvió a no dar con la tecla en una final anticipada por la Champions.

Se perdió contra el Granada, más allá del VAR, porque faltó fuelle, pero salvo por Gayá y los sancionados contra el Getafe jugaron otra vez los mismos. Florenzi, convertido en la imagen de la impotencia, tardó un rato más que Carboni en que lo expulsaran. Su Figo fue Cucurella, al que cazó por detrás. Una metáfora de lo que fue el partido, con el Getafe siempre por delante y los futbolistas blanquingeros desarbolados y en estado de shock.

El Valencia no estuvo a la altura de un reto que era de máxima exigencia por la importancia de los puntos y la insolencia del rival, para más inri escocido desde la temporada pasada. Hubo tensión y bronca, como no podía ser de otra manera. Pero el equipo de Celades, por mucho que se revolviera con la patada de Kenedy a Gayá, continúa sin superar sus vaivenes y no jugó con la pinta de un equipo de campanillas.

UN BAÑO / Sí que lo hizo el Getafe, con el fuego de quien perdió la opción de serlo en la penúltima jornada. Con mejor consciencia de sí mismo y un punto macarra, los de Bordalás funcionaron como una máquina. Sin excesos pero sobrados de adrenalina fueron superiores tanto por consistencia como por juego y por intensidad, el gran lunar valencianista.

En las antípodas del de Celades, el de Bordalás es un equipo sólido, convencido de sus posibilidades y sin excesos. Tres cualidades a las que sumó a dos delanteros de peligro como Molina y Mata. El técnico alicantino ha construido un bólido con piezas de desguace. Molina marcó el primero de rechace y el segundo con una maniobra de clase. Fue el primer jugador en marcar diez goles en Primera con 36 años y, con casi dos más, ya lleva cinco. En la portería contraria no hubo noticias de Maxi Gómez ni Rodrigo, que fue el primer cambio, por Guedes. Después entraron Kang In y Sobrino. Todos igual de instrascendentes.

En una temporada de debates, el que está cada vez más caliente es el del capitán Dani Parejo. Esté o no boqueando en busca de oxígeno, la realidad es que el metrónomo del Valencia, si no se juega a lo que él le va, deja de existir. Las expectativas que tiene que soportar son enormes, pero el centro del campo, siempre que necesita energía en combustión, acaba volviéndose liviano. Ni siquiera Ferran acudió esta vez al rescate porque no tuvo el filo de la pelota ni cómplices.