Gil Manzano desquició a un gran Villarreal. Lo vio toda España, como el árbitro sacó del partido a un equipo que había borrado del mapa al campeón de Europa. Un penalti absolutamente inexistente y que tuvo un doble efecto, por lo que significaba en el marcador al firmar el empate y porque logró desestabilizar emocionalmente a un Submarino que había sido tremendamente superior al Real Madrid. Un equipo de la categoría del blanco no necesita este tipo de ayudas. Las imágenes demuestran muy claramente que el capitán amarillo nunca hizo intención de jugar el balón con las manos (m. 72), un error que dejó destrozado el corazón de un Villarreal que quedó roto a partir de esa jugada.

Lo que pasó después del 2-2 ya era un partido diferente que Gil Manzano rompió en mil pedazos. El Villarreal fue anoche un juguete roto en manos de la presión mediática que arrastra tras de sí el Real Madrid. El 2-3 dejó secuelas con las tarjetas a Mario y Bruno que no podrán estar el miércoles en Pamplona y la grave lesión de Asenjo. Un fuerte palo.

Los focos de España estaban puestos en el Estadio de la Cerámica. La Liga en juego para el Real Madrid y la posibilidad de acercarse más a la cuarta plaza para el Villarreal. Ambos equipos saltaron con sus teóricos onces de gala y con esa sensación de que millones de ojos estaban fijados sobre ellos. Escribá efectuó diez cambios respecto al once de Roma, con la única excepción del intocable Bruno. Un equipo prácticamente nuevo. Anoche nadie le podía discutir al entrenador amarillo que el Submarino no salió a por el partido desde el principio, sin complejo alguno ante el ramillete de estrellas de primer nivel que tenía enfrente y con una indiscutible vocación de disponer de la posesión del balón.

MANDO AMARILLO / Pero al margen de la frialdad de la estadística de porcentajes, que siempre deja sensaciones equívocas, donde no existía duda alguna era en el mando que ejerció sobre el juego el conjunto amarillo. Presión muy adelantada y posesiones de balón largas, junto con un dinamismo en el movimiento de la pelota mejor que el habitual. Era el Villarreal que ha plantado cara a todos los equipos de arriba y que no conocía la derrota ante ellos. Un Submarino que conseguía encoger a un Real Madrid que se jugaba la Liga y que no lograba enlazar un fútbol combinativo e imponer su rol de aspirante al título. La fortuna de los merengues era que el Villarreal continuaba siendo un equipo muy blandito en el área.

La primera gran ocasión la tuvo Mario, pero se encontró con la mejor versión de Keylor Navas, quien respondió al tiro del lateral con una soberbia intervención. Modric, Kroos, Benzema, Cristiano Ronaldo, Bale… parecían jugadores de un equipo menor bloqueado ante el ímpetu y la velocidad con que su rival movía el balón y marcaba el ritmo del partido. El Villarreal jugaba muy estirado y el Madrid buscaba los espacios a la contra, aunque sin encontrar nunca descolocada a la zaga amarilla.

El Estadio de la Cerámica se quedó en silencio en el minuto 24. Paradón espectacular del mejor portero de la Liga, rectificando en el aire y mostrando su candidatura a la mejor parada del campeonato, en un balón que remató Benzema, pero el gesto de dolor del guardameta palentino estremeció a la grada. Asenjo aguantó pero diez minutos después solicitó el cambio. Entre medio, el Villarreal gozó de dos llegadas con sello de gol, pero no hubo acierto en la definición, el talón de Aquiles de este equipo en las últimas jornadas. Bakambu no había hecho acto de presencia, con Adrián muy pegado a banda, aunque realizando un trabajo sensacional para el equipo.

SALIDA FULGURANTE / Sin embargo, la vuelta al campo del Villarreal en la segunda parte fue como si los males rematadores de los amarillos se hubieran quedado en la caseta. En solo seis minutos, el Submarino aprovechó como si fuera un grande, las dos claras oportunidades que se le presentaron. Trigueros empaló un balón en el área que le dejó Samu como si de un 9 de toda la vida se tratase, y Keylor solo pudo ver la pelota dentro de la portería. El 1-0 reflejaba la superioridad de los amarillos. Luego Bruno y Bakambu sacaron la chistera… y de ella salió un golazo. Pase milimétrico del 21 y el congoleño convierte a Sergio Ramos en un juvenil al ganarle la partida y sorprender al portero del Madrid con un disparo seco y colocado. El Villarreal se ponía por delante con un 2-0 rotundo, tan contundente como había sido hasta ese momento su superioridad.

El segundo gol también fue un punto de inflexión. El Madrid despertó como un animal herido. Ronaldo estrelló un balón en el poste en el minuto 60. Poco después Bale acortaba distancias. El campeón de Europa cogió los mandos de la play con fuerza. Y para la remontada contó con la ayuda del árbitro, con un penalti inexistente por unas manos que no fueron tales de Bruno. La pena máxima la transformó Cristiano en medio de la confusión del Villarreal, desquiciado por la decisión y con Gil Manzano expulsando a Escribá. El 2-2 dejó tocado al Submarino, que había desarbolado al Madrid y que ahora se hallaba en las mano de un rival que se levantó de la lona para golpear con fuerza a su oponente. Eso sí, con la ayuda del juez.

Los amarillos perdieron el control anímico y acabaron sumidos en un desconcierto total. Noqueados por el rival y por el árbitro. Y llegó el 2-3. Un centro de Marcelo encontró la cabeza de Morata y el regalo de Andrés, quien, una vez más, no estuvo nada fino y el balón se le escurrió de las manos. Una locura. El árbitro había sacado del partido a un Villarreal al que le sobraron 20 minutos, después de jugar 70 a un nivel altísimo. Pero para ganar al Madrid todo tiene que ir muy rodado... y un arbitraje sin errores. Gil Manzano desquició anoche a un gran Villarreal. Sí, así gana el Madrid.