Ni hubo celebración de los 20 años de la llegada a Primera División, ni el Villarreal pudo encender en La Cerámica la traca de inicio de unas fiestas de la Mare de Déu de Gràcia que arrancan con otra decepción de los de Javi Calleja, incapaces de sumar una victoria en sus tres primeras apariciones en la Liga (0-1).

Anoche, ante un Girona que lo fió todo a aguantar el vendaval ofensivo de los locales y a aprovechar el más mínimo desajuste del Submarino, los groguets volvieron a pegársela en su estadio. Todo se resume en el viejo dicho de quien perdona lo acaba pagando, y el Villarreal perdonó cuando tuvo la opción de hincarle el diente a su adversario. Christian Stuani no tuvo compasión de los amarillos cuando tuvo la suya, y ahí estuvo la diferencia, después de que el VAR no hubiese dado validez al tanto de Karl Toko Ekambi, aún en el primer tiempo. Para colmo, la lesión de Santiago Cáseres dejó al equipo sin su principal soporte y sin equilibrio. La rodilla del argentino ha encendido las alarmas justo en el cierre del mercado, sin tiempo para reaccionar. Veremos, porque el arranque ligero del joven centrocampista, ex del Vélez Sarsfield, estaba siendo de lo más satisfactorio en los amarillos.

El Villarreal salió al campo con las mismas piezas con las que arrancó cinco días atrás un valioso empate en el Pizjuán, esta vez con un rombo más marcado sobre el verde de La Cerámica, con Cáseres cubriendo todo el círculo central, con Cazorla y Trigueros algo desplazados a los costados e intercambiando constantemente sus posiciones, intentando marear el plagado centro del campo del Girona, con cinco hombres cubriendo la zona ancha.

Las imprecisiones de los amarillos en entregas fáciles dificultaron en los primeros minutos el dominio total sobre los de Eusebio Sacristán, que solamente pudieron agarrarse a esos errores para intentar proponer algo en el campo del Submarino.

Tampoco en el uno contra uno estaba fino el Villarreal. Alfonso Pedraza no pudo culminar con éxito ninguno de sus intentos de desborde por la banda izquierda, mientras que las arrancadas con fuerza de Pablo Fornals, gracias a balones perfectamente filtrados por Manu Trigueros y, sobre todo, Santi Cazorla, sucumbían en la frontal del área defendida por Bono, bien cerrado.

MEJORÍA // Poco a poco el, Submarino fue ajustando la maquinaria hasta convertir prácticamente el partido en un monólogo a partir del ecuador de la primera parte. Después de un par de tímidos intentos a cargo de Ekambi y Gerard, las mejores opciones para los de Calleja en ese primer acto se concentraron en el último cuarto de hora. Gerard hizo gala de su excelente control y recorte dentro del área en un par de ocasiones (minutos 30 y 45). Al catalán únicamente le faltó afinar algo más el punto de mira en dos disparos cruzados que buscaron el palo derecho de Bono.

EL VAR FRUSTRA A EKAMBI // Y en medio de los dos remates del 7, el VAR. Muchos segundos después de que Ekambi y toda la grada de La Cerámica celebrara el que era el primer tanto del parisino en el fútbol español, a punto incluso de sacarse de centro, Prieto Iglesias conversaba con el encargado del vídeoarbitraje. Escasos centímetros certificaban la posición de fuera de juego del delantero del internacional camerunés.

En la segunda parte todo empezó a torcérsele pronto al Villarreal. El gol de Stuani (min. 53), a raíz de una pérdida en el centro del campo y una buena definición del uruguayo a pase de Borja García, empinó el camino hacia el área catalana, con la única llegada con peligro de Cazorla (min. 58), ya casi hasta el final.

Además, la lesión de Cáseres terminó por desordenarlo todo. Calleja pasó a una especie de 4-3-3 que se desdibujó por las urgencias. Tres delanteros en el campo, Gerard, Bacca y Ekambi primero y después Sansone, no se traducía en una mayor sensación de peligro para un Girona que sorprendió por segundo año consecutivo en La Cerámica.