Muchas han sido las voces discordantes durante este verano en cuanto a la política del Villarreal CF. El club decidió no perder las perspectiva, pese a suculentas ventas como las de Eric Bailly o Samuel García, no tiró la casa por la ventana pese a la previa de Champions y cerró filas en cuanto a la unidad del club al destituir a Marcelino.

Una política que, guste o no, es la clave del éxito. La pócima que tan buen resultado le está dando a Fernando Roig, quien han convertido al Submarino en un club de élite y admirado en el planeta fútbol.

La idea de ser austero económicamente, de lavar la ropa en casa a costa de tomar decisiones difíciles como la de echar a Marcelino, el apostar por la gente de club (Bruno, Musacchio, Mario...) o escoger una línea continuista de técnico con proyección y trabajador como Fran Escribá, son las líneas maestras del enésimo golpe de timón de Fernando Roig.